Cuando los marketeros sacan a flote su alma de superhéroes, dejan al descubierto algunos de los “superpoderes” que diseccionamos a continuación.
Los superhéroes no habitan única y exclusivamente en las películas. En ocasiones se guarecen también bajo las cuatro paredes de departamento de marketing.
Quienes escogen el marketing para sacar a flote su alma de superhéroes no salvan vidas como acostumbran a hacer los que desfilan por las películas y los tebeos. Pero están ungidos con una serie de habilidades que les hacen destacar sobre el resto de los mortales.
Los “superpoderes” de los superhéroes que surcan con su capa los cielos del marketing pueden tomar múltiples formas, pero estas que recoge a continuación Kapost en su blog son quizás las más conspicuas:
1. La habilidad de convencer a cualquiera de cualquier cosa (siempre)
Esta es probablemente una de las habilidades que más brillan en quienes se dedican profesionalmente al marketing.
Y pese a que esta habilidad está priori emparentada con la persuasión (que es un auténtico arte), quienes la albergan en sus entrañas son buenos no tanto vendiendo como educando.
El consumidor no es tonto ni mucho menos y, si parapetándose detrás de la persuasión, los marketeros le cuentan mentiras, éste acabará detectándolas tarde o temprano.
Convencer a alguien de algo es sólo verdaderamente efectivo cuando la verdad forma parte de la ecuación.
Puede que los marketeros no tengan el poder de leer mentes, pero los más exitosos se las ingenian para que la información que hacen llegar al consumidor sea más digerible y atractiva (y llegue también el target adecuado).
Si la información se difunde de la mejor manera posible (creando el contenido adecuado y distribuyéndolo a la persona adecuada en el momento adecuado), el consumidor acabará irremediablemente convencido.
2. La habilidad de enmarcar adecuadamente las oportunidades
En ocasiones, y de manera normalmente inesperada, ocurre algo imprevisto que los marketeros pueden utilizar en su propio beneficio para mejorar aquello que tienen entre manos. Surgen entonces las anheladas oportunidades.
Quienes se precian de ser ases del marketing enmarca apropiadamente las oportunidades que se les presentan para que éstas resuenen con el máximo eco posible entre la audiencia.
Enmarcar o proporcionar el contexto adecuado a las oportunidades es iluminar éstas bajo la mejor luz (sin quebrantar nunca la verdad). ¿El objetivo? Que el consumidor tenga la posibilidad de mirarse realmente en el espejo del mensaje, de la oportunidad que han tenido a bien elegir los marketeros.
3. La habilidad de escuchar problemas y proporcionar soluciones
Para solucionar un problema hay antes que escucharlo con las orejas muy abiertas. Por eso precisamente los marketeros dejan que los consumidores hablen e identifican en su verborrea (a veces incontenible) problemas a los que procurar soluciones.
Quienes no escuchan lo que el consumidor tiene que decir terminan difundiendo mensajes que rebotan como una pelota en la audiencia y que no llega a echar raíces en el cliente.
Pertrechados de tantos “superpoderes”, sobre los marketeros pesa también como una losa una gran debilidad: la fiebre por la tecnología (que les nubla a menudo el juicio y que les hace poner en un segundo plano a la sacrosanta creatividad).
Fuente: Marketing Directo