Argentina ha sabido ser una de las principales potencias del mundo y la primera en materia de industrias agropecuarias. Y su extensión territorial, su variedad biológica (en lo que refiere a suelos, climas y riqueza en recursos indispensables como el agua) le otorgan fortalezas para continuar siéndolo, especialmente en un contexto en el cual las industrias alimenticias se perfilan entre las de mayor potencial de crecimiento. ¿Por qué entonces aún no estamos ocupando ese lugar para el cual estamos preparados?
La respuesta a esa pregunta reside principalmente en la definición que se utilice del concepto de preparación. Las industrias agropecuarias han evolucionado y se han convertido en complejas cadenas de valor, en las cuáles no alcanza con contar el dominio sobre los recursos, las materias primas y/o los comodities. Se requiere un alto nivel de profesionalización que permita incorporar en un mismo esquema los últimos avances en tecnología, amplios conocimientos de gestión orientados a mercados globales y sensibilidad hacia todos los cambios en el entorno social que permitan ir adaptándose a las demandas de los consumidores.
Es por ello que hoy las principales compañías agropecuarias del mundo provienen de países que no tienen ni la tradición ni los recursos que posee nuestro país, pero si los demás aspectos mencionados; ubicándonos a nosotros como uno de los proveedores dentro de las complejas cadenas de valor productivo que ellos han diseñado exitosamente. Incluso cada vez exigen mayor profesionalismo de cada uno de los actores que forman parte de esta cadena.
Tras haber recorrido caminos parecidos pero por separado, ocupando puestos en el alto management de estas compañías líderes globales de la industria agropecuaria, con Gérard Saint-Hubert nos focalizamos en el potencial de Argentina para emular a esos gigantes del rubro y decidimos fundar una compañía que trabaje con los más altos estándares de calidad internacional y sea no sólo exitosa en su objetivo, sino también un ejemplo para todos los actores intervinientes en este vasto rubro para colaborar con el desarrollo del mismo.
Si bien actualmente estamos poniendo en marcha nuestros primeros proyectos de desarrollo industrial, el hecho de conocer cómo les gusta trabajar a estas empresas que hoy dominan la industria nos ha posicionado rápidamente en un lugar de referencia: el profesionalismo, la transparencia en todos los procesos, la capacidad de planificación, estimación de resultados y alcance de los objetivos y los mecanismos de trazabilidad implementados en todos los procesos hoy nos permiten tener contratos con las principales empresas semilleras del mundo, que se comprometieron por adelantado a comprarnos la totalidad de nuestra producción a precios prefijados en moneda internacional.
Por todo lo expuesto, la misión de Alma Export no es sólo convertirse en una compañía nacional que llegue a ser uno de los actores dominantes de la industria agropecuaria, sino también ser un referente para estimular a todas las empresas Argentinas a profesionalizarse para acompañarnos en esa escala y volver a convertirnos, como lo fuimos alguna vez, en el granero del mundo.