¿Qué es lo que interfiere en una vida realmente higiénica?
Obviamente que pueden ser un conglomerado de cosas, que van desde el aire que respiramos, el estrés con el que vivimos en las grandes ciudades y el agua que consumimos, hasta el tabaco que inhalamos aunque no fumemos. Pero, sobre todo, tenemos la mala costumbre de comer cantidades considerables de carnes y alimentos cocidos.
Una de las bases de una buena alimentación debe ser comer crudo, como promulga la OMS, al menos el 50% de lo que consumimos por día. El calor excesivo de la cocción mata muchísimas propiedades de los alimentos que ingerimos, y los hace extraños para nuestro cuerpo.
Respecto de esto, podemos decir que un hábito higienista de la alimentación, sería la disminución de la ingesta calórica en exceso para evitar la obesidad, la reducción de consumo de carnes, y el incremento de vegetales crudos.
El higienismo también abarca muchos hábitos de la conducta humana, como vivir en paz, que implica eliminar el estrés pero también la violencia. Los hábitos que se acarrean desde los deportes agresivos, producen verdaderas conmociones cerebrales.
Cocido versus crudo
En 1897, un médico alemán llamado Rudolf Virchow, descubrió que después de cada ingesta de alimentos cocidos aparecía una leucocitosis (aumento del número de leucocitos), como mecanismo de defensa natural del organismo para protegerse de agentes extraños.
Se trataba de proteínas que modificaban su estructura en base al calor. En 1930, el doctor Paul Kouchakoff expuso en un congreso de microbiología de París sus investigaciones, en las que indicaba que cuanto mayor era el tiempo de cocción y la temperatura que alcanzaba el alimento, mayor era la leucocitosis que se provocaba. Esto se conoce como leucocitosis post prandial.
Durante la cocción de la comida se destruyen las enzimas digestivas que contiene el alimento. Por esta razón, el organismo reconoce a la comida cocida como un agente extraño.
El 1931, el fisiólogo alemán Otto Heinrich Warburg, descubrió que si la célula no respira oxígeno se transforma en cancerígena. Es decir que el medio cancerígeno no puede vivir con oxígeno y se mantiene con un pH ácido.
Todas las células cancerosas son ácidas y anaeróbicas y, por lo tanto, el oxígeno y el medio alcalino las podrían destruir. Por esta razón, comer alimentos crudos alcaliniza el cuerpo y comerlos cocidos lo acidifican.
Desintoxicación interior
El gran trabajo del hígado es deshacerse de todos los contaminantes que inhalamos, hasta de lo que tomamos a través de las bebidas y lo que consumimos en los alimentos. Ni que decir de los metales pesados y de todo lo que pueda ingresarnos como tabaquistas, ya sea activos o pasivos.
Por lo tanto, la tarea del hígado en patologías graves, ya sea una hepatitis aguda o un cáncer con metástasis en el hígado, tenemos que suplementarlo con elementos que le son necesarios para que pueda continuar su tarea.
Esto asociado a una dieta bien depurativa, realmente ayuda mucho al pronóstico de los pacientes graves, dado que es el gran basurero y laboratorio químico detoxificador. Si no lo purificamos, la toxemia nos invade y no hay forma de recuperarse.
El futuro del higienismo
El higienismo puede ser la solución cuando en el año 2050 lleguemos a 12.000 millones de habitantes, y destinemos los suelos al cultivo de frutas y verduras para el consumo humano, y no para animales como se hace ahora.
Así se pierde la energía del planeta, dado que por cada animal que se engorda en base a soja y maíz, cientos de personas podrían comer de esa fuente en forma directa. También se limarían las diferencias de pobreza y riqueza, sin los gastos faraónicos en armamentos.
Además, habiendo más comida, se reducirían las horas de trabajo, las personas se dedicarían más a sus afectos, habría tiempo para la elaboración de los alimentos y para la crianza de los hijos.
Faltarían seguramente los combustibles a base de hidrocarburo y la energía sería eólica, gracias al cambio de mentalidad. En pocos campos se producirían lácteos y lana sin matar animales, se abolirían los pesticidas y así se evitarían las enfermedades degenerativas crónicas y el cáncer.
Más vegetales, más vida
• En los grupos adventistas de USA, que son de tendencia vegetariana, la expectativa de vida es 10 años mayor.
• Pero no solo por ser vegetarianos, sino que el secreto de una buena calidad alimentaria está en comer alimentos crudos.
• De esta manera se puede ingerir la vitamina C y la flora intestinal se normaliza.
• Así se evita la reproducción de las bacterias más agresivas, como la Escherichia coli, la Salmonella, la Shigella o el Clostridium perfringens, propias de las heces putrefactas de las personas carnívoras.
La dieta higienista
• La dieta higienista no contiene ingredientes refinados, como harinas blancas, arroz blanco, sal y alimentos sin sus nutrientes originales.
• Incluye semillas, jugos, legumbres y pescados.
• Contiene huevos, cebollas, ajos, condimentos y especias.
• No incluye los alimentos fritos, rebozados, recalentados o precocinados.
• No contiene golosinas ni bebidas sintéticas.
• Evita los productos en latas, las conservas, las carnes y los embutidos.
• Restringe el té y el café.
• No admite conservantes, colorantes o aditivos químicos.
• Incluye todos alimentos crudos posibles.