La etapa de la adolescencia en la que nuestros hijos nos exigen independencia y empiezan a salir de noche se convierte en un momento de angustia para todos los padres que temen por la seguridad y el bienestar de los más chicos de la casa. Y, hoy en día, gracias al avance de la tecnología, la seguridad personal llevada a este campo cobra cada vez mayor importancia y día a día aumenta la demanda.
Pueden encontrarse una gran cantidad de aplicaciones que informan vía sms si sus hijos llegaron a donde deben. Por medio de la geolocalización se puede indicar rápidamente la ubicación de los seres queridos cuando están fuera del hogar y permiten darnos aviso ante cualquier eventualidad que suceda.
Lo importante en estas aplicaciones es que no sean “invasivas”. ¿Qué queremos decir con esto? Que no tengan acceso a los datos privados del usuario. Su preservación es fundamental para las empresas que desarrollan estas aplicaciones. Sin embargo, cabe mencionar que estos datos pueden estar disponibles para dar soporte ante eventualidades de funcionamiento o ante cualquier señal de emergencia, pero el seguimiento de las personas es administrado por el propio usuario y nadie más.
ADT cuenta con una aplicación llamada FindU, que activa la geolocalización y posee un botón anti-pánico virtual que indica la ubicación de los seres queridos cuando están fuera del hogar y permite dar aviso ante cualquier eventualidad. Tiene un módulo de autogestión que permite programar las zonas y horarios en los que debe encontrarse la persona que se está monitoreando. De esta forma, envía alertas vía SMS o correo electrónico en caso de haber algún cambio en la rutina.
A su vez, se puede ver en detalle todo el recorrido que hizo la persona: los padres pueden marcar puntos de referencia (como una plaza o una esquina que quede camino al colegio) y recibir avisos a medida que el niño va pasando por estos lugares. A su vez, una vez llegado a destino, se puede indicar la llegada y el horario.
Lo que convenimos entender es que estos mecanismos de control vía aplicaciones no deben usarse de manera abusiva o como una manera de “vigilar” todos los movimientos de los más chicos. Deben utilizarse con prudencia y para situaciones particulares, sin invadir el espacio personal de los más chicos y siempre con los propósitos para los cuales fueron desarrollados, como acompañar y proteger.