La semana pasada se conmemoró el Día Mundial del Asma, una de las enfermedades que complican el embarazo con mayor frecuencia, se encuentra presente en un 4 a 5% de las mujeres embarazadas.
Existe suficiente evidencia que demuestra que el asma no controlado, en mujeres sin tratamiento, puede llevar a complicaciones serias para la salud de la madre y del bebé.
En la madre puede producir:
-Hipertensión inducida del embarazo. La hipertensión es un aumento de la presión que existe dentro de los vasos sanguíneos que irrigan los órganos del cuerpo en forma persistente por encima de los niveles normales de tensión (140/90mmHg). Durante el embarazo, determinar a las embarazadas con riesgo de hipertensión arterial y hacer el diagnostico precoz de cuadro clínico es fundamental por las implicancias que esta entidad acarrea, dado que es una de las complicaciones más graves que puede tener una mujer en esa etapa.
-Placenta previa. Durante el embarazo, la placenta se desplaza a medida que el útero se estira y crece. Al comienzo, es muy común que la placenta esté en la parte baja en el útero, pero a medida que el embarazo progresa, la placenta se desplaza hacia la parte superior de éste. Algunas veces, cubre parcial o totalmente el cuello del útero, lo cual se denomina placenta previa. La placenta previa ocurre en 1 de cada 200 embarazos. A todas las mujeres con esta patología se les realizará una cesárea, dado que si la placenta cubre todo o parte del cuello uterino, un parto vaginal puede causar sangrado intenso, lo cual puede muy riesgoso tanto para la madre como para el bebé.
-Preeclamsia (hipertensión arterial, edemas, presencia de proteínas en orina, etc). Es una de las complicaciones más frecuentes en el embarazo, comprometiendo al 5-10% de las mujeres en los países desarrollados. Todavía se desconoce la verdadera causa que la origina. Se denomina preeclampsia a la hipertensión gestacional asociada a una pérdida de proteínas por la orina. La diferencia con la hipertensión inducida por el embarazo es que los valores de proteína en orina en esa mujer son normales. Lo que se sabe, es que se vincula con el desarrollo de la placenta, en cómo invade la pared del útero. Esto pone en riesgo tanto a la embarazada, que desarrolla una hipertensión luego de las 20 semanas a veces muy difícil de controlar, y al bebé, que sufre la falta de nutrientes y de oxígeno que deja de aportarle la placenta. Es la consecuencia de una alteración de un grupo de arterias en la pared del útero, que provoca una disminución del flujo sanguíneo desde la placenta hacia el bebé.
-Hiperemesis gravídica (náuseas y vómitos) Si bien que la mujer presente náuseas y vómitos es uno de los síntomas más comunes del embarazo en las primeras semanas y no hay valores de referencia ni cantidades que especifiquen la normalidad, si la futura mamá no logra una ingesta adecuada de alimentos y aparecen síntomas de deshidratación, es necesaria la consulta correspondiente.
-Sangrado vaginal con parto prematuro. Para el normal crecimiento y desarrollo fetal es necesario tener una buena concentración de oxígeno en la sangre del bebé, al tener un asma severo no controlado y sin tratamiento, disminuye la concentración de oxígeno en la sangre de la mamá y por lo tanto el oxígeno en sangre fetal, provocando que el bebé, por la hipoxia que se produce, presente una alteración del crecimiento con bajo peso al nacer.
Controlada apropiadamente en forma prenatal y con un buen tratamiento del asma, la madre y el bebé no tendrían resultados significativamente diferentes de los embarazos de madres no asmáticas y las mujeres que cursan el embarazo sin complicaciones.
Diferentes estudios realizados en mujeres con asma y embarazo, han demostrado que los medicamentos inhalatorios son altamente seguros sin producir alteraciones a nivel del bebé. Además, teniendo en cuenta que amamantar es muy importante para la inmunidad del bebé es relevante saber que la medicación para el tratamiento del asma no inhibe la posibilidad de lactancia. La evolución del asma en el embarazo es variable, en un tercio de las mujeres se puede mantener estable, en otro tercio mejora la sintomatología, y en el tercio restante empeora.
Las mujeres asmáticas pueden realizar actividad física siempre y cuando esta sea controlada y supervisada por su médico de cabecera.