En mi experiencia profesional, constantemente me encuentro con una preocupación recurrente que circula tanto en el mundo universitario como en el empresarial: ¿cómo puedo ser más efectivo/a en mis estudios, mi carrera, mi trabajo o mi empresa?
Sin duda, constituye una inquietud justificada ante un panorama mundial cada vez más complejo; en el que conviven e interactúan seres dotados de mayor información, mayor tecnología, mayores recursos, mayores posibilidades, pero paradójicamente con mayores retos, exigencias, presiones y, con ello, los conocidos efectos sobre su vida psicológica, personal y social.
Sin embargo, la competitividad humana sigue siendo un modelo para armar, pues la literatura sobre el tema sólo se enfoca a programas de capacitación, motivación o desarrollo “en” y “para” la empresa, no aterrizando (probablemente, por su extrema complejidad) en alternativas para mejorar la calidad personal de quienes deben generar calidad en el trabajo.
Tras haber dedicado gran parte de su dilatada carrera investigando sobre liderazgo y competitividad, Peter Drucker (1909-2005), en los últimos años de su vida, en un artículo denominado “Automanagement”, publicado en Harvard Business Review, descubre lo que tal vez sea uno de sus mayores aportes:
“La economía del conocimiento, como aquella donde vivimos, le pertenece a quienes conocen sus puntos fuertes, sus valores, y sus formas de rendir mejor (…) Aquellos que han tenido más éxito en la historia de la humanidad (un Napoleón, un Da Vinci, un Mozart) siempre han sabido manejarse a sí mismos: siempre han ejercido automanagement”.
El argumento central de Drucker respecto del éxito de este tipo de líderes trascendentales pasa por un cabal conocimiento no sólo de sus puntos fuertes, sino que además saben claramente cómo hacer que las tareas se cumplan (inteligencia ejecutiva, tema sobre el que abundaremos en otras entregas), clara conciencia de cómo aprenden, cuáles son sus valores y derrotero desde etapas muy tempranas.
Aplicado esto a nuestro tema, diríamos entonces que la base de toda buena gestión, en cualquier ámbito (management career, la gestión en el trabajo diario o simplemente la gestión empresarial) debe partir necesariamente de una buena autogestión personal (aunque suene redundante).
Así, ¿en qué consiste, concretamente, el automanagement?
Aún cuando es un tema novísimo y en pleno desarrollo, se estima que una buena autogestión, como primer peldaño para otros logros de gestión, necesariamente debe partir por contar con un proyecto personal de vida, integral y bien definido; que armonice los diversos roles a través de herramientas metodológicas que pueden ser de cosecha propia o importadas de otras disciplinas.
A estos momentos de la lectura muchos estarán preguntándose: “OK, ¿pero cómo aterrizo el tema en mi persona?, ¿cómo paso de la convicción a la acción?, ¿cómo puedo convertirme en una persona realmente efectiva?”