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Barale+Biurrun inaugura vinoteca en Brasil

A poco de haber lanzado sus primeros vinos y mientras inaugura su segunda bodega en Mendoza, Barale+Biurrun se expande en otro negocio. Así, la compañía se prepara para inaugurar su primera local en suelo brasileño.

“Estamos por abrir una vinoteca en San Pablo, llamada La Boutique del Vino, en un local a la calle en el hotel Pestana”, aseveró José María Barale, propietario de la centenaria bodega, junto a Ambrosio Biurrun, en declaraciones publicadas por El Cronista Comercial.

La empresa incursionó en este negocio a fines de 2005, cuando instaló un corner en el hotel porteño Pestana, que en mayo de 2006 se transformó en un local a la calle.

En el verano pasado, abrieron otra boutique permanente en Punta del Este y, este invierno, está en Las Leñas. “El de San Pablo sería el punto de partida para otros más en Brasil”, contó Barale.

División
Las dos empresas están separadas. De hecho, en las vinotecas ofrece distintas marcas de otras bodegas. La elección de Brasil no es azarosa, ya que la firma vende el 80% de sus 200.000 botellas con las marcas 878 ($8 a $14) y Finca Martha ($24) a ese país, y sólo el 20% en la Argentina.

Sucede que Barale es dueño, desde hace más de una década, de una fábrica de cables de aluminio en Belén, al norte de Brasil.

Con sus contactos, supo agilizar el ingreso de sus vinos, sobre todo, a esa zona del país vecino. Hoy, busca crecer también en la Argentina, y está lanzando una campaña, con $400.000, para difundir sus marcas.

Atuel
Pero esto no es todo, según explica la misma fuente. La bodega, ubicada en Villa Atuel, a 50 kilómetros de San Rafael, acaba de terminar de reciclar su segundo establecimiento, llamado La Loma, que data de 1915, con el que duplicará su capacidad, a 618.000 litros.

Tienen cuatro fincas en la misma zona, con un total de 84 hectáreas, de las cuales 34 están plantadas.

Aunque recién hace dos años que lanzó sus vinos, Barale+Biurrun tiene una larga historia que la liga al vino.

En 1909, Ambrosio Biurrun, abuelo de uno de los actuales dueños, comenzó a construir las primeras piletas de hormigón y la bodega, hoy llamada La Soñada.

El emprendimiento funcionó hasta que la bodega fue vendida, en 1969. Pero el nuevo dueño no la utilizó y quedó abandonada, hasta que, en 1993, Ambrosio Biurrun (nieto), recuperó la finca y el establecimiento.

Desde entonces, llevan invertidos u$s1,8 millones en la bodega. Este año, prevé facturar $1,5 millones, más del doble que en 2006, cuando sumó $600.000.