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Branding personal: No eres tú, es lo que haces

Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis. Mateo 7:15-20

Recientemente hablaba de uno de los grandes olvidados de la estrategia de Branding Personal, me refiero a la oferta, al producto, al valor que un profesional puede ofrecer.

Cuando hablamos de Marca Personal suele hablarse mucho, muchísimo de la etapa de comunicación, del marketing personal. Y también se insiste mucho, y yo el primero, en la necesidad de tener unos valores, objetivos, creencias y motivaciones claras.

Lo que está claro es que sin tener un propósito bien establecido, es imposible dejar una huella bien definida. Sin saber lo que queremos, sin conocer nuestros límites y sin especificar lo que nos hace destacar, cualquier intento de generar un impacto claro será inútil.

Pero lo que es fácil de entender es que ese impacto sólo se produce si hay una acción. Tener unas cualidades maravillosas pero no utilizarlas es como el agua en un pantano. Puede tener una enorme energía potencial, pero sólo será útil si mueve las aletas de una turbina.

Del mismo modo, sólo se podrá decir que alguien tiene una Marca Personal fiable y relevante si lo demuestra. De lo contrario será como esos santos de la antigüedad que se subían a una columna y no hacían otra cosa que rezar.

Esto de las marcas se ha llegado a intelectualizar tanto que da la sensación de que una marca comercial o de producto valiosa lo es porque tiene detrás un grupo de sabios que saben manipular las mentes sin que haya nada detrás. Aunque en algunos casos podemos llegar a pensar que es así por las mierdas que nos llegan a vender, lo cierto es que tras una gran marca hay un gran producto. Me temo que todo eso del neuromarketing va en la dirección de influir en las creencias en lugar de mejorar la oferta.

En el caso de las personas ocurre algo similar. De nada sirve ser una persona excelente o un profesional valiosísimo si no lo demuestras una y otra vez. Lo que hace que tu Marca Personal sea potente no es lo que eres, es lo que haces.

Es cierto que, como dicen los expertos en PNL, lo que hacemos es consecuencia de lo que creemos. Nuestras creencias y valores influyen en nuestras capacidades y estas en nuestro comportamiento. Por eso lo que somos sólo se puede descubrir si hacemos algo.

Por sus frutos los conoceréis. Esta frase del Evangelio podría aplicarse perfectamente en un manual de Marca Personal. Sólo podremos dejar huella si hacemos algo memorable.

Cuando se dice que una marca debe diferenciarse, sobresalir o destacar, en realidad lo que está diciendo es que lo que hace debe ser diferente, sobresaliente o destacable. Es lo que hacemos y no lo que somos lo que hace que una Marca Personal sea valiosa. Aunque es cierto que lo primero es consecuencia de lo segundo.

Por eso es tan importante hablar de tu trabajo, ofrecer algo valioso, demostrar tus cualidades dando algo que sirva como prueba. Eso es lo que te convierte en la opción preferente. Si por el contrario te dedicas a hablar de ti, a decir lo bueno que eres y a comunicar tu listado de fortalezas sin demostrarlo o sin ofrecer pruebas de lo que dices, entonces no dejarás huella porque eso es publicidad o autobombo. Si eres tan bueno o tan buena, dame razones para creerte.

Se dice que la marca es un intangible y quizás sea así, pero sólo puede ser considerada como algo valioso si haces algo tangible, si produces un cambio, una mejora o un impacto en tu entorno. Y aunque eso depende de ti, no se trata de lo que eres, sino de lo que haces.