La estrategia es el pilar central de una organización. Nos ayuda a definir el rumbo que nos permitirá crear valor económico, social y/o público. La estrategia atraviesa toda la empresa, desde las decisiones de portafolio, de asignación de recursos y de cómo competir en los mercados.
Tener clara la estrategia nos servirá para responder interrogantes centrales de nuestra organización: ¿Cuál es nuestro negocio? ¿Qué estructura tenemos? ¿Con qué recursos contamos? ¿En qué mercados competimos? ¿Cuál es la cultura de nuestra organización? ¿Estamos en el negocio indicado?
Una vez elegida una estrategia, debemos ser consecuentes con ella. Desde luego, no obtendremos buenos resultados si cambiamos de planes con mucha frecuencia.
Sin embargo, la estrategia no es algo que esté escrito sobre piedra. La misma estrategia que nos ha llevado al éxito del presente, podría llevarnos al fracaso en el futuro. En ocasiones, es necesario cambiar.
El mundo del ajedrez nos ofrece un ejemplo de exitoso cambio estratégico. En su libro, “Cómo la vida imita al ajedrez”, Gary Kasparov relata cómo vivió la final del Campeonato Mundial de Ajedrez de 1984 contra Anatoly Karpov.
Kasparov llegó al desafío con sólo 21 años, tras vapulear a sus rivales en el camino. Lo esperaba el entonces campeón Karpov, experimentado y consolidado con su corona durante diez años. Ganaría el desafío quien llegara a las 6 victorias.
La serie no pudo empezar peor para el retador. Kasparov se encontró rápidamente con un 0-4 abajo. Así fue como decidió un cambio de estrategia. Modificó su estilo agresivo y empezó a plantear partidos largos y de desgaste. Los siguientes 17 juegos terminaron en empate.
Al tercer mes de enfrentamiento, en el juego número 32, Kasparov obtuvo su primera victoria y se puso 1-5. Siguieron 14 tablas más, y luego el retador ganó las partidas 46 y 47. A los cinco meses de juego, en una controvertida decisión, las autoridades suspendieron los encuentros alegando el cansancio de los jugadores. Karpov retuvo su corona. Y la perdió seis meses después contra Kasparov.
El cambio de estrategia de Kasparov dio resultado. Lo que parecía imposible cuando la serie iba 0-4 se convirtió en una feliz realidad. Para quedarse con el título, el nuevo campeón realizó el gran sacrificio de desarticular su estrategia habitual, ofensiva y arrolladora, por una estrategia cautelosa, prudente y de largo aliento.
El arrogante Kasparov fue capaz de cambiar su estrategia para convertirse en campeón. Y nuestras empresas pueden aprender mucho de este caso, para saber cambiar a tiempo una estrategia que nos puede haber permitido ser competitivos hasta hoy, pero que puede llevarnos al fracaso en el futuro.