Ya sea para viajar, sacarse la duda ante la aparición de síntomas de coronavirus o de algún contacto estrecho contagiado, es indispensable acceder a un test de COVID-19. El problema es la accesibilidad al testeo y las trabas con las que pueden encontrarse los usuarios.
Frente a esta situación casi el 59,84% de los argentinos manifestó que no se testeó ni antes ni después de su viaje, según lo reflejó un relevamiento realizado entre enero y febrero por MiObraSocial.com.ar, una plataforma que reúne información, opiniones y valoraciones de los usuarios de medicina prepaga.
De las 2.382 personas encuestadas, unas 503 manifestaron haber hecho un viaje de más de 4 días de duración a más de 150 km de su ciudad de residencia y apenas 202 admitieron haberse testeado para comprobar si habían contraído el virus.
De ese total, un 37,52% recurrió a su prepaga, un 28,82% accedió al sistema público de salud y un 17,5% lo hizo en forma particular. Entre quienes pagaron el estudio de su bolsillo, el 71,2% ya contaban con una cobertura médica. “A algunos el test les fue negado por su cobertura, mientras que otros ni siquiera consultaron por entender que al ser un viaje el motivo de testeo, debían afrontar el costo por su cuenta”, remarcó Mariana Di Franco, una de las fundadoras de MiObraSocial.com.ar
Entre quienes se hicieron el test con un servicio público, se observa una gran diferencia en satisfacción con la experiencia general entre los que se controlaron en CABA (69,28%) y en el resto del país (37,48%).
Del sondeo también se desprende que el 21,12% de los viajaron utilizó algún servicio de salud durante su viaje. Dentro de este punto, se destaca que el 37,5% accedió a servicios privados (medicina prepaga o seguros de viaje); mayormente guardias físicas o virtuales (51,69%) y de los cuales solo un 11,13% lo hizo por COVID-19.