El espíritu emprendedor es inherente al ser humano y la historia de la humanidad es muestra de ello. Desde la era de las cavernas, el Hombre intentó crear nuevas formas de observar la realidad y resolver problemas. Actualmente, hay un aluvión de iniciativas y propuestas de “emprendedorismo” en la Argentina. Miles de estudiantes, cuentapropistas, profesionales o expertos en oficios diversos están gestando algo nuevo y prometedor, aunque no saben bien cómo hacerlo viable.
Pero, una excelente idea no concretada no aporta nada a la sociedad. A partir de la experiencia de trabajo de la Asociación de Empresas Tucumanas de Tecnología de la Información (AETTI) con emprendedores de Tucumán, del noroeste argentino y de todo el país, hemos definido algunos “consejos prácticos” para emprender de forma exitosa:
Resolver un problema: no alcanza solo con pensar una idea, pues las ideas por sí mismas no valen nada. Hay que pensar en resolver un problema aunque, en realidad, más que verlo como “problema” hay que observarlo como “oportunidad”. Entonces: se debe lograr la capacidad de observar problemas para construir desde allí una oportunidad y, para eso, hay que enamorarse del problema y no de TU solución.
Ser empático: la empatía implica la participación afectiva de una persona en una realidad ajena, generalmente en los sentimientos de otra persona. Es la capacidad de percibir lo que el otro siente. Para resolver un problema, se debe empatizar con lo que siente quien tiene ese problema. Sin empatía, no hay innovación.
Pensar disruptivamente el producto y el modelo de negocio: tu producto o servicio debe generar disrupción -que produce la interrupción súbita de algo- y debe tener innovación, y no invención, entendiéndose como innovación cualquier cosa nueva o cambio no trivial en combinación de producto, servicio, proceso, modelo de negocio, etc. que genere valor para el mercado y retornos para la empresa. Algunos ejemplos de productos disruptivos sería hacer chocolate sin cacao, papel sin árboles o convertir un servicio en una experiencia.
Crear un producto o servicio universal: hay que pensar en resolver una necesidad que afecte al mayor número posible de personas para convertirlo en algo masivo desde el principio. Ejemplos de esto son Uber, Airbnb, Waze y Mercado Libre.
Construir una comunidad: esto significa tener o aprender la habilidad de crear y alimentar la afiliación en torno a tu producto. Esto es lo que hicieron Apple, Google, Kiva y Wikipedia.
Apuntar a algo transformador: plantea una ruptura del status-quo, algo que motive a sumarse. Por ejemplo, la iniciativaTEDx propone “facilitar la distribución de ideas que merecen la pena”; Google pretende “facilitar el acceso ordenado a toda la información mundial”; Wikipediaquiere “organizar el conocimiento de la humanidad”; Waze plantea “ayudar a hacer más eficiente el tránsito en las ciudades”; y el recordado navegador web Mosaic, que le ganó al Internet Explorer de Microsoft en su momento, tenía como lema “Devolvamos el Internet al mundo”.
Tener una organización horizontal: la tendencia mundial es tener autonomía o una autoridad distribuida, sin jefes. Es así como los miembros de Uberse manejan de manera autónoma, sin horarios, y siendo ellos mismos sus propios jefes.