El coach es un artista de la conversación; junto al coacheado es parte de un equipo expedicionario que sale al mundo en busca de nuevos y diferentes sentidos. Por eso, una de las herramientas fundamentales en el ejercicio de ese arte que se ejercita a través de la conversación es, justamente, la habilidad para formular preguntas.
El coach es un detective que colabora con el otro sujeto como descubridor de significados. Es por esto que las más de las veces cuando indaga en una sesión lo hace con la intención de entender más el “para qué” de una conducta, que su “porqué”.
De esa manera, el coach investiga no solo para obtener información sino que, fundamental y metodológicamente, lo hace como una forma de “prestarle” al coacheado las preguntas que éste no se hace. Como coaches, lo que hacemos es cuestionar pero invitando a la reflexión, para que el coacheado encuentre sus propias respuestas.
Las indagaciones son medios para expandir, esclarecer, cuestionar-nos, reflexionar. Y cada indagación puede tener al menos cuatro distinciones del sentido:
– Quiero saber. A veces el coach formula preguntas solo porque hay algo acerca de lo que se quiero informar. Indaga porque “quiere saber”. Generalmente esto pasa en una primera entrevista. Quiere saber quién es esta persona, qué la trae, cómo es su vida, qué sueños tiene, qué y cómo piensa; en resumen, quién es como observador, como sujeto. Cuando esto pasa durante del proceso, es también porque el coach quiere saber algo en detalle, el qué, cuándo, cómo, etc. Pero estas preguntas tienen el sentido de conocer algo más de esa persona, en relación con algo.
– Mera curiosidad. En otras oportunidades, las preguntas no agregan nada significativo. Forman parte de la espontaneidad del diálogo o simplemente apuntan a satisfacer la curiosidad del coach. Ejemplo: ¿Y a dónde se van de vacaciones?
– Juicios encubiertos. Hay también preguntas que, en verdad, son encubridoras de un juicio perteneciente a aquel que pregunta. Ejemplo: preguntar ¿No te parece que deberías…? cuando en realidad se opina que esa persona “debería”… En esos casos, el coach pregunta como un modo de transferir preconceptos o para validar hipótesis. Son preguntas que indican la dirección de la respuesta “correcta”. Manipular o convencer contribuyen a cerrar la conversación. Por el contrario, en coaching la indagación tiene por objetivo abrir el diálogo y alumbrar universos de posibilidades.
– Invitación a la reflexión. La indagación del coach cobra su real dimensión cuando la pregunta es formulada no tanto porque quiere saber o se encuentra a la espera de una respuesta, sino como una “invitación a la reflexión” del coacheado, de provocarlo a “darse cuenta” por sí mismo. Lo que verdaderamente importa es lo producido como reflexión y lo que esta misma genera. Desde el rol del coach, no se espera una respuesta en particular. O, entendiéndolo de otro modo, la mejor respuesta que se puede obtener es la reflexión elaborativa del coacheado.