Las tradiciones y monumentos de la fe católica que se profesa en Colombia desde hace varios siglos, son considerados hoy en día como atractivos turísticos de gran valor para quienes buscan elevar sus niveles de espiritualidad y aprender sobre la cultura local.
Cada vez más viajeros optan por destinos asociados a sus intereses. De acuerdo con un estudio sobre turismo religioso elaborado en 2009 por la Secretaría de Desarrollo Turístico de Guanajuato (México), el deseo de acercarse a la religión, recorriendo sus lugares más representativos, hace parte de esta tendencia.
“Colombia tiene un gran potencial en este segmento a razón del sinnúmero de experiencias únicas a las que pueden acceder quienes practican la fe católica. Sólo en nuestro país es posible rendir culto a la Virgen en un templo construido hace un siglo en medio de un abismo o pagar una promesa, al ascender caminando por un cerro ubicado a más de 3.000 metros de altura sobre el nivel del mar”, aseguró María Claudia Lacouture, presidenta de Proexport.
El primer grupo lo integran las procesiones de Mompox, Pamplona y Popayán. Los elementos diferenciadores de cada una, la antigüedad o las multitudes que congregan a su alrededor han despertado el interés de los viajeros, al tiempo que la obtención de reconocimientos internacionales.
Uno de ellos, la declaratoria de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, hecha en 2009 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco); del tradicional desfile de esculturas que reproducen la pasión y muerte de Cristo, por las calles de Popayán, en el departamento del Cauca, al suroeste del país.
Igual suerte corrió en 1995 Santa Cruz de Mompox, una pequeña población en el departamento de Bolívar (norte) que fue declarada Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad por la Unesco y donde se realizan las únicas procesiones marchadas de Colombia.
El municipio de Pamplona, en Norte de Santander, es destacado no sólo por la devoción, sino por los detalles de las figuras con las que se lleva a cabo el Viacrucis o la recreación de los 14 pasos de Cristo desde su aprensión en el huerto de los Olivos hasta la sepultura.
La fe también entra por los ojos
Además de intervenir en las prácticas de la Semana Santa, las personas que viajan a Colombia con propósitos religiosos también procuran hacer visitas a las edificaciones y monumentos que fueron construidos durante los más de seis siglos que completa la adhesión católica en el país.
El Santuario de Nuestra Señora de las Lajas en la localidad de Ipiales (Nariño) y la Basílica del Señor de los Milagros en Buga (Valle del Cauca), son de acuerdo con Orlando Mosquera, director de Redetur Colombia, muy populares entre los foráneos.
“La majestuosidad de (Santuario de Nuestra Señora de) Las Lajas impresiona mucho a quienes siguen mi Ruta Espiritual. Les cuesta creer, aún estando allí, que una construcción tan grande y antigua, pero sobre todo hermosa por su conservación arquitectónica”, afirmó el empresario.
El denominado “milagro de Dios sobre el abismo” por la aparición de la Virgen del Rosario en ese sitio a finales del siglo XVIII está conformado por tres naves erigidas sobre un puente que cruza sobre el río Guaítara. Una plaza le une con el otro lado del Cañon, cuya formación rocosa hace parte de la estructura, catalogada por los expertos y visitantes como una maravilla arquitectónica.
Una reacción similar tienen sus clientes, provenientes mayoritariamente de Centro y Sur América, al conocer la Basílica del Señor de los Milagros, en Buga. El templo, al que le fue concedido ese título en 1937 por el Papa Pio XI, es catalogado como ícono del turismo religioso en Colombia.
Sobresale entre los atractivos colombianos por su imponente arquitectura, valiosos ornamentos como la estatua del Santísimo Redentor forjado en hierro que reposa entre las dos torres y el sonoro campanario de origen francés, pero especialmente por su popularidad entre los fieles.
Miles de peregrinos nacionales y extranjeros acuden cada año a este centro de oración para cumplir con una promesa, en retribución de un favor concedido, o para hacer un pedido particular.
Los Santuarios del Niño Jesús y del Señor Caído de Monserrate, creados en honor a las mencionadas advocaciones del Mesías católico y ubicadas en Bogotá, aglutinan también a un buen número de creyentes en torno a las celebraciones dominicales, a cuya fervorosa plegaria se atribuyen milagros como la cura de enfermedades.
Otras ciudades como Cali, en el Valle del Cauca (suroeste) y Tunja en el departamento de Boyacá (centro) albergan otro tipo de atractivos como museos y conventos o monasterios, donde se desarrolla, durante todo el año, una vasta programación académica y cultural, que va desde conciertos de música sacra, conferencias y exposiciones sobre arte religioso hasta misas en latín.
Colombia, cuna de una nueva Santa
La canonización de la Madre Laura (1874-1949), anunciada por el Vaticano el pasado 11 de febrero y la cual tendrá lugar en Roma el próximo 12 de mayo, ha despertado el interés de los católicos en la fundadora de la Congregación de las Hermanas Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena, quienes ansían recorrer el lugar en donde nació y donde tuvo impacto su obra.
Aunque su comunidad y el trabajo que realiza con las poblaciones indígenas se han expandido en el continente, la vida de la primera colombiana en ser designada Santa transcurrió primordialmente en su natal departamento de Antioquia, lo que ha ubicado en el radar de los viajeros internacionales a esta región del noroeste del país.
Los operadores turísticos preparan desde un recorrido con los pasos seguidos por la misionera. Incluyendo la casa donde nació, convertida hoy en un museo, la pila en que fue bautizada y el templo en Medellín o la capital antioqueña, donde reposan sus restos mortales.
El gobierno nacional trabaja de la mano con las autoridades regionales para, por un lado, fortalecer la infraestructura turística de esa población y por el otro, capacitar a los operadores turísticos y prestadores de servicios en este nicho cultural que actualmente se promueve en siete países de América Latina (Brasil, Costa Rica, Ecuador, México, Puerto Rico, República Dominicana, Trinidad y Tobago).
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