¿Radio o Internet? ¿Diarios o revistas? ¿Medios gráficos o digitales? ¿Segmentados o masivos? Sobre estas disyuntivas se han escrito ríos de tinta, pero la realidad es que no hay un medio mejor que todos, sino que a distintas empresas (incluso en distintos momentos), cada pauta les puede dar un resultado diferente…
Muchas veces escogemos el medio de publicidad para difundir a nuestra empresa, teniendo en cuenta solo lo que conocemos. Nos limitamos a valorar lo que “hemos oído” que funciona, sin tener en cuenta que cada cliente se comporta de forma distinta delante de distintos productos o servicios.
Pero hacer publicidad requiere de una cierta inversión, por lo que a la hora de pautar para conseguir una mayor difusión y captación del mensaje, lo más conveniente es analizar previamente diversos factores:
¿Qué soportes existen?
¿Cómo se difunden estos soportes?
¿Con que frecuencia o en que momento se difunden?
¿Cómo acceden las personas a dicho medio?
¿A qué sexo por lo general nos dirigiremos?
¿Cuál es el estatus social medio de los que verán nuestro anuncio?
¿En qué lengua esta publicado el medio?
¿Qué precio tiene su acceso para el público?
¿Qué precio nos cuesta a nosotros?
¿Cuan deseada resultará la publicidad dentro del entorno?
Entre otras cuestiones, además, tendríamos que tener en cuenta ciertas cifras estadísticas que nos ayudarán a encontrar nuestro “lector” ideal.
Cuando dicho lector se encuentra leyendo el medio de una manera superficial, existe una posibilidad aproximada que recuerde nuestro anuncio de un 30 %. Pero si está leyendo realmente inmerso en el medio, la posibilidad de que recuerde nuestro anuncio aumenta a más de 50%.
Esto quiere decir que cuanto más cautive el medio donde anunciamos al lector, mejor se posicionará nuestro producto sobre nuestra competencia.
Si habláramos de televisión tendríamos que tener en cuenta el programa que está viendo el espectador. Y si hablamos de prensa escrita, tendremos que analizar también que los lectores dedican una hora para la lectura de la edición del domingo, frente a los 30 minutos que se destinan habitualmente para la lectura en un día laboral.
Tampoco hay que subestimar medios alternativos así como digitales, donde podemos elegir aquellos más aptos para nuestra empresa mediante un adecuado estudio de las estadísticas que indiquen quienes los siguen, y en qué condiciones.