El 25 de abril de 1986, en una planta nuclear ubicada en Ucrania, el equipo de ingenieros a cargo decidió realizar una prueba. El objetivo era averiguar el tiempo que las turbinas estarían girando y produciendo energía en caso que se produjera una caída del suministro eléctrico. De acuerdo con la coyuntura de la época (durante la guerra fría), esta información era valiosa ya que pondría en evidencia la capacidad de los reactores rusos para seguir funcionando ante algún corte imprevisto del suministro eléctrico. Sin embargo, el resultado fue una de las peores catástrofes nucleares que ha experimentado el mundo, mejor conocida por el nombre de la central nuclear en donde sucedió la tragedia: Chernobyl.
Por un lado, si el experimento hubiese resultado exitoso, el equipo de ingenieros rusos habría obtenido un logro sobresaliente tanto en términos científicos como de estrategia militar, sentando un precedente positivo para el resto de plantas nucleares rusas. Este es, justamente, uno de los principales motivadores de la innovación: la posibilidad de obtener retornos extraordinarios a la inversión.
Por otro lado, el costo del error en Chernobyl fue trágico y mucho mayor que cualquier beneficio que podría haber sido obtenido.
Salvando las diferencias, en muchas organizaciones, el costo de los errores puede ser tan grande que implique una amenaza a la supervivencia (financiera o incluso física) de la organización y sus integrantes. Ante tales riesgos, muchas veces las empresas optan por mantenerse en la zona de confort, la zona de lo conocido y de lo “aparentemente” seguro.
El problema es que muchas veces, el statu quo y la zona de confort pueden constituir la principal amenaza de la empresa en el largo plazo. Por ejemplo, la librería Borders en EEUU retrasó la producción de plataformas electrónicas para leer contenido digital (tales como el Kindle de Amazon o el Nook de Barnes & Noble), resultando en pérdidas millonarias para la empresa y en la clausura de todas sus tiendas físicas. Por lo tanto, la pregunta para las organizaciones no debería ser “¿innovar o no innovar?”, sino “¿cómo minimizar el riesgo y cómo manejar el error con el objetivo de innovar efectivamente?”
Para minimizar el riesgo y convertir el error en una fuente de aprendizaje, el método de Innovación Creativa sugiere una serie de pasos. En el presente artículo nos gustaría resaltar las ventajas de uno de dichos pasos: la elaboración de prototipos.
El prototipo puede ser entendido como un proceso de aprendizaje y mejora continua del proyecto, cuyo principal mecanismo es el ensayo y error en un formato de bajo costo y riesgo medible, en condiciones reales (o que simulan la realidad) y contenidas, en abundante interacción con el usuario como fuente de retroalimentación, y en el cual se considera el error como fuente de aprendizaje.
Por definición, el prototipo debe estar aislado de la operación rutinaria del día a día. ¿Antes de probar las turbinas del reactor nuclear en plena operación, quizás habría sido posible realizar pruebas anteriores en un lugar alejado de la central nuclear?
Ante una potencial innovación, antes de lanzar el proyecto a nivel operativo o comercial, es importante identificar cómo se puede simular dicho proyecto en un contexto contenido en el cuál el error, en lugar de ser un inmenso riesgo, sea una fuente de aprendizaje.
De esta manera el prototipado se vuelve el espacio ideal para experimentos ensayo-error que incrementan la cercanía del producto con lo que realmente desea el cliente o mercado.
Sin embargo, tan importante como el hecho de elaborar un prototipo es el enfoque con el que la organización percibe a esta parte del proceso, algunas organizaciones que incluyen una fase de prototipado la ven como un paso útil y que los acerca a la innovación pero que merece mucha menor atención frente al proceso principal donde se brinda el servicio o se construye el producto (a nivel operativo o comercial).
La elaboración de prototipos es una fase que puede potencialmente generar un retorno de inversión significativo e innovación, merece tener una importancia relevante en el proceso y por ende tener una estrategia de mejora continua permanente e inversión tanto en herramientas como en técnicas (tiempo y dinero) que impulsen las dos principales características ya mencionadas: “bajo costo” y “lo más cercano a la realidad”.