Seguro que alguna vez te has encontrado en un punto de tu trayectoria en el que trabajas muchas horas, has invertido ya tiempo y dinero y, sin embargo, no ves resultados o, mejor dicho, no ves los resultados que quieres. Especialmente cuando tienes un negocio. Y aunque ya sabes que para recoger primero hay que sembrar y que eso lleva un tiempo, te entra la impaciencia. Pero no la impaciencia sana que te hace ser más eficiente y que hace que te esfuerces más, sino la insana, la que surge de compararte con los demás. Y empiezas a pensar que a lo mejor no vales para eso, que fulanito mira lo que ha conseguido ya, etc.
Ya comenté en otro artículo que cuando te comparas con alguien siempre sales perdiendo, porque eliges a personas que están por delante de ti. Si utilizáramos una escala del 1 al 10 y tú fueras, pongamos, un 6, elegirías a un 9 o un 10 para compararte, eso seguro. Es cuando piensas que a fulanito le va muy bien y a ti no tanto y te desesperas, te impacientas y entras en un círculo de pensamiento autodestructivo del tipo soy una negada para esto. O bien tomas decisiones poco meditadas, saltándote pasos o directamente imitando a fulanito a ver si copiándole consigues lo mismo (y no lo haces).
Lo que no te paras a pensar es que aquellas personas a las que les va bien y son conocidas y reconocidas, las “estrellas” de tu campo son, en general:
• Profesionales con una amplia trayectoria, con una gran experiencia. Personas que a lo mejor llevan ocho años dedicándose a lo mismo que tu, que llevas dos y, por tanto, es una comparación irreal e injusta, te queda un trecho hasta llegar a su altura.
• Personas especialmente brillantes o que han sabido dar con la oportunidad adecuada en el momento adecuado, independientemente de la experiencia (y que han trabajado mucho, ¡ojo!) pero que al poco de empezar ya han dado el salto.
Tu los miras, te comparas y te desanimas. En esos momentos, que todos hemos tenido, párate a pensar en tu propio camino, en todo lo que has conseguido. Sí, eres un seis y no un nueve, pero tampoco un uno, ni un dos, es un gran avance. Recuerda tu situación cuando empezaste y compárala con la actual, aunque todavía no estés donde quieres estar has avanzado mucho, seguro. Además tu eres el modelo a seguir de los que todavía no han llegado tan lejos como tú (y si acabas de empezar y te identificas con el uno o el dos, piensa en todos los que todavía no se han atrevido a dar el paso y en el mérito que tienes, ¡eso es lo que más cuesta, dar el primer paso!).
Recuerda que muchos de los que ahora brillan han trabajado duro muchos años (y empezaron igual que tu), ya te llegará a ti si sigues por el buen camino. Y recuerda también que personas que triunfan de la noche a la mañana hay pocas y no te beneficia nada compararte con ellas. Alégrate por su éxito, aprende lo que puedas y sigue tu camino. Si tienes claro lo que quieres y te centras y esfuerzas, paso a paso llegarás a tu cima. Otra cosa que te puedes preguntar es qué es exactamente lo que te gusta o lo que envidias de esa persona, de su vida o de su éxito. Eso te dirá mucho sobre lo que de verdad quieres conseguir y así podrás ponerte a ello.
No sé dónde leí que en la cima hay sitio para todos, a lo que yo añado que, además, hay cimas de sobra para todos. Cada una con su forma y tamaño, no tenemos por qué llegar todos a la misma. Así que ya sabes, no dejes que una estrella te ciegue, utiliza su brillo para iluminar tu camino. O lo que es lo mismo, aprende de ella lo que tu quieres conseguir y cómo hacerlo, y en marcha. La impaciencia sólo es buena cuando te sirve como motor para dar más de ti.
¿Qué te parece? ¿Te ha pasado alguna vez?