En primer lugar hay que tener claro que en estos contextos, gana el que menos pierde. Infortunadamente en los procesos inflacionarios los que ganan son dos jugadores: primero el Estado que vía impuesto es el primero que a través del IVA se lleva la inflación, y luego las compañías, las grandes formadoras de precios. Entonces, para el común de las personas como nosotros, lo importante es que gana el que menos pierde.
Luego, hay que separar aquello que es ahorro de lo que es inversión.
Ahorro es aquel dinero que tenemos a corto plazo: 4 o 6 meses, porque nos sobró un poco del salario o del bono y no sabemos qué hacer. Es una suma importante para quien la tiene, pero relativamente pequeña para invertirla, y sobre todo que se va a necesitar a corto plazo.
Si disponemos de un ahorro, lo primero que podemos hacer es adelantar consumos. Siempre.
Si se trata de una pequeña suma para irnos de vacaciones por ejemplo a Brasil, lo mejor será ir comprando ahora los reales, de manera tal de cerrar el año. Por supuesto, cabe preguntarse: “Pero… y si a fin de año el real en relación al peso está más barato? En ese momento podría comprar más reales…” Puede ser. En todo caso es un riesgo que vale la pena correr, porque hoy sabemos que con la plata que tenemos podemos comprar un pasaje a Buzios y la hotelería, y conviene usarlo ( lo mismo vale si lo que se desea es comprar un microondas).
Eventualmente, otra cosa que se puede hacer es obtener un préstamo con la tarjeta de crédito y poner el dinero a plazo fijo. Podemos decir: “¡pero la tasa de interés es muy baja!”. Es cierto, pero todo será ganancia, porque mientras se compró por valor de $1.500 en 6 cuotas sin interés, esos $1.500 van a producir cierto interés aunque sea en la caja de ahorro.
Esto vale para las sumas más chiquitas, donde la máxima sigue siendo perder lo menos posible y sobre todo adelantar aquellos consumos ya definidos, como la matrícula de la escuela del año que viene.
Distinto es cuando estamos hablando de la inversión, es decir, de un dinero un poquito más importante, por ejemplo $10.000 o más, si sabemos que carece de un fin determinado y no tiene un gasto asignado.
Todo inversor tiene que arriesgar para ganar, y más en una situación como la que estamos viviendo en el mercado financiero argentino, en el que hay ciertos riesgos. Hay quienes dicen: “Pero yo no quiero riesgos”. En ese caso, la respuesta es que el mayor riesgo hoy es el 40% anual de inflación.
Dicho de otra manera: desde el vamos, si se repite la inflación que estamos viviendo, los $100 de hoy dentro de un año van a valer $60. Con lo cual teniendo simplemente la plata en casa, el inversor se convierte en audaz y arriesgado.
Siempre es posible invertir en una acción y perder el 20%, pero con la inflación se pierde el 40%. Con ese concepto, el ahorrista tiene algunas alternativas. Por ejemplo invertir en los fondos comunes dólar-link, sin que esto represente una oferta de inversión o una recomendación. Estos son fondos que se constituyen en pesos, pero que se ajustan por la devaluación del dólar oficial.
Como todo el mundo espera que el dólar oficial devalúe, probablemente ocurra como en enero de 2014, cuando los inversores se llevaron un 30% para proteger sus ingresos.
En segundo lugar hay alternativas como el Boden 2015. Nuevamente, quien tiene $10.000 puede ir al banco y decir: “yo quiero comprar el bono Boden 15” que se constituye en pesos, pero el gobierno promete pagarlo al 3 de octubre del 2015 en dólar billete.
Al precio del dólar que existe hoy en el mercado, más los intereses que va a pagar este bono, el resultado da una tasa interna de retorno en dólares del orden del 15%, dolarizada. Con lo cual desde hoy al día en que se pagará el Boden, es posible ganar toda la subida del dólar en el mercado, más un 15% de interés. Esto es más que interesante. Si alguien invirtiera en una compañía de Nueva York, desde hoy a octubre del 2015 se llevaría un 0.4% y no un 15%. Obviamente, la diferencia son los riesgos de crédito.
En tercer lugar: si el inversor es un poquito más audaz puede ir a buscar aquellos bonos de largo plazo que están alrededor de los U$S 50. Por ejemplo, el bono provincia de Buenos Aires. Y hablamos de mas audaz, porque esos bonos están a un precio que hoy ya se parece al default, pero su valor técnico en algunos casos es 30 o 40% arriba de lo que valen hoy.
Finalmente, si el inversor no le tiene miedo a las acciones puede apostar a las de compañías globales. ¿Cuál es la clave? Que estas empresas tengan negocios fuera de Argentina, de manera que no sean cautivas de un solo mercado, y que coticen en los mercados globales con un valor en moneda dura, en dólares.
Volviendo al inicio: con la inflación todos perdemos, así que hay que perder lo menos posible.
Al ahorrista le conviene adelantar consumos, y al inversor saber que va a tener que tomar riesgos, pero de movida, todos tomamos un riesgo del 40%.