Hace muy pocas fechas se ha consumado la compra de whatsapp por parte de facebook. Una operación económica descomunal donde el activo principal de la empresa comprada es los 450 millones de usuarios de esta aplicación. 450 millones de personas interactuando, opinando, diciendo, preguntando, enviando información etc., de forma diaria. Cuánto vale esa información a tiempo real, pues lo han tasado en 13.800 millones de euros. Barato, NO CREES!
La información es un componente necesario que continuamente estamos demandando los que con esto de marketing nos relacionamos, y es que el principio parece claro, cuanto mejor conozcamos los gustos, deseos, necesidades de los clientes mejor podremos atenderlos, con mejores productos más ajustados a lo que realmente desean. Bueno esto no es del todo correcto, no es la información lo que consigue propuestas comerciales que aportan felicidad entre los clientes, es el conocimiento de los clientes, es decir esa información, analizada, tratada, organizada de manera que nos pueda definir con exactitud el deseo del cliente. De todas formas, si entendemos de forma genérica la información, podríamos calcular que cantidad de conocimiento poseen estas empresas con respecto a nuestros hábitos, consumos, deseos, valores, forma de pensar, etc., muchos nos planteamos lo realmente fácil que puede ser para empresas como facebook, google, twitter, anticiparse a nuestros comportamientos, lo fácil que puede ser moldear de alguna manera nuestra manera de comportarnos, lo previsibles en lo que nos podemos convertir para estas organizaciones y eso ya me parece menos interesante.
Es por ello que creo que deberíamos instaurar algún filtro legal, ético, profesional, probablemente será necesario crear todo un decálogo de actuaciones con respecto a esa información que manejan muchas empresa, mucho más profundos, concienzudos y eficaces que los que ahora se van incorporando y a muchos más niveles diferentes de los que se están considerando. Y ello es necesario para que un recurso como esta información se utilice en beneficio de quien la genera y no en su perjuicio. Me explico, nos parece cotidiano que aparezca publicidad que puede estar relacionado con nuestros intereses a través del rastreo de cookies, o por nuestro itinerario de consulta en la red, por nuestros comentarios en redes sociales, o foros de opinión, etc., y eso puede ser un valor añadido en la comercialización, sin embargo, cuando eso mismo se utiliza para “obligarte” a comprar un determinado producto o marca, lo que era un valor, ahora supone un perjuicio y grave sobre tu libertad de elección. Y es que la información es una herramienta, un recurso, que depende con los fines que la utilices es fuente de felicidad o de injusticia.
Es precisamente por esta premisa, por lo que creo necesario que se regule la obtención y utilización de la información por parte de quien la posea, de una manera mucho más ajustada a la realidad que cada día vivimos. Cuando incorporamos cualquier aplicación a nuestro smartphone o cuando hacemos cualquier recorrido por la red, voluntariamente estamos aceptando ceder esa información a un tercero en la casi totalidad de los casos, la cuestión es ¿estamos suficientemente resguardados de las intenciones de quién les cedemos la información?, ¿sabemos que hacen con esa información?, ¿nos queda claro a todos que estamos aprobando cuando “voluntariamente cedemos la información”?, la respuesta más habitual es NO. Y conlleva un enorme riesgo dicha respuesta, fundamentalmente pues si no se regula la utilización de esa información, somos muy susceptibles de vivir experiencias que en absoluto tienen que ver con nuestros intereses. Con el volumen de información que hoy día se genera se pueden conseguir cosas muy buenas para la población, en malas manos o con ciertos intereses no deseables, todo se tornaría hacia el lado de un esclavismo social. Esto ya no sería marketing, al menos como yo lo entiendo, donde la libertad del cliente se debe decantar por la oferta más interesante de este, no por la que le puede imponer a través de falsa libertad de elección.
Soy hombre de marketing y no me gustaría que los clientes a través de un recurso como la información se convirtiera en esclavos de las empresas, entonces perderían todo el interés esta disciplina. Se daría una premisa que hasta ahora he defendido y es que el marketing es incapaz de crear necesidades en los clientes, con una gestión inadecuada de este volumen y calidad de información que manejan, sería mucho más difícil defender esa misma postura. Se está facilitando legislativamente por omisión o por acción la creación de verdaderos oligopolios de la información que solo interesan a unos cuantos, y este pronto se traducirá en un monopolio, que irremediablemente tendrá una repercusión nefasta en la sociedad, en su libertad de elección y de opinión. Vea la cantidad de aplicaciones y programas transversales que te animan a compartir tu día a día, y que por lo tanto le cedes la información de lo que has hecho, con quién has hablado, que has comido, qué opinas sobre tal asunto, quienes son tus referentes, cuales tus valores, en fin son aplicaciones como digo que interrelaciona a otras para cruzar información en muchas ocasione muy sensible, pero sobre todo que puede servir para fines poco recomendables en “manos” inadecuadas. Y todo ello ira a mas en un futuro que ya está aquí, se ve como un sector emergentes las aplicaciones, al red nos ha cambiado nuestras vidas, en fin que esto está en “los inicios” de algo que podemos convertir en fabuloso o en todo lo contrario.
Defensor a ultranza de que la investigación de mercados, la información, el conocimiento del cliente como fuente de felicidad para este, cuando eso mismo suponga esclavizar a los mercados por parte de unos cuantos, entramos en territorios que pueden ser muy peligrosos, así que debemos saber poner límites a cómo obtener la información, quien la puede obtener y como puede utilizarla, de seguir así esto se desbordara y estará el mundo en manos de unas cuantas de megaempresas que nacieron con un propósito, pero que podrían cumplir otros muy distintos y puede que no siempre de interés para el cliente. Recuerda la antigua frase de la información es poder, ahora debemos decidir en quien ha de recaer ese poder, cuando la cesión de información y/o de conocimiento limite nuestra libertad en los aspectos que fuere, habremos traspasado la frontera de hasta donde ha de llegar la información. Obtener información sí, pero ma non troppo