Con una facturación anual que supera los 60.000 millones de euros y medio millón de empleados en unos 220 países, el Deutsche Post (que cotiza en bolsa desde fines del 2000) tiene el tamaño y el prestigio necesarios como para asegurarse un futuro sin sobresaltos. Pero es justamente el paisaje que asoma en el horizonte lo que impulsó a este gigante a diversificarse en los últimos años. Ahora es líder global de la logística a través de DHL, la firma de courier internacional que terminó de adquirir en 2002.
Es que el negocio tradicional del correo ya no es lo que era. Según los expertos, la actividad pierde entre 3 y 4% de volumen cada año, desplazada por la revolución de las comunicaciones. De hecho (y aunque la compañía sigue exhibiendo con orgullo el logro de hacer llegar las cartas, en Alemania, en menos de 24 horas), los servicios postales aportaron el año pasado algo menos del 20% de la facturación del grupo.
La vedette es ahora la división de logística, operada por DHL, que en 2006 duplicó sus ventas y sus utilidades. De esa manera, el sector ha pasado a representar el 34% de los negocios del grupo, superando no sólo al correo, sino también al sistema de courier internacional y al brazo financiero del consorcio, el Postbank.
Internet de los objetos
En medio de este escenario, la más reciente apuesta estratégica del Deutsche Post se materializó, a fines de marzo, en el Centro de Innovación que DHL inauguró en la localidad de Troisdorf, próxima a Bonn y Colonia, concebida a la vez como un llamativo showroom para clientes y como un laboratorio de investigaciones orientadas a moldear el futuro de la logística.
Una de las áreas de trabajo más activas en Troisdorf es el sistema RFID (identificación por radio frecuencia). Con estas etiquetas “inteligentes” (provistas de chip de memoria y micro antena) no sólo es posible realizar el inventario de un depósito en cuestión de segundos. Cualquier paquete puede transmitir en todo momento las instrucciones para su manejo y almacenamiento.
Y la comunicación no sólo se dirige a personas, sino que las cargas pueden “hablarles” a los sistemas informáticos, con lo que se avanzará hacia la anunciada “Internet de los objetos”. En definitiva, las piezas a transportar no serán ya manejadas por el sistema, sino que manejarán el sistema. DHL está haciendo una prueba piloto con la distribución de un millón de uniformes para su personal, fabricados en Francia y enviados a 220 países.
El sistema RFID, asociado con un sofisticado sensor de temperatura, es también el eje de un proyecto de monitoreo de la cadena de frío. Los productos transportados “informan” sobre su temperatura durante todo el proceso, ajustan su fecha de vencimiento cuando se presenta algún imprevisto y emiten una alarma si se han excedido los niveles mínimos o máximos de frío. IBM y una farmacéutica suiza acompañan a DHL en esta iniciativa. Con un sistema similar, pueden controlarse niveles de humedad y de movimiento, esenciales, por ejemplo, para el transporte de equipos electrónicos.