¿Usted sabe cuánto han cambiado en la última generación los factores que influyen en nuestros hijos? Las investigaciones muestran que hoy, la mayor influencia en el desarrollo de la escala de valores de nuestros niños la ejercen, por orden de importancia:
1. Los pares
2. Los medios de comunicación
3. Los padres
4. Los maestros
En la década del 60, el orden de influencia era:
1. Los padres
2. Los maestros
3. Los pares
4. Los medios de comunicación
“Muchos padres han perdido autoridad frente a sus hijos,” dice Jim Mason, experto en el rol que cumplen los padres y presidente y CEO de Beech Acres, un Miembro Vistage del G327 en Cincinnati. En la actualidad los padres pasan un 22 por ciento menos tiempo con sus hijos que en 1969, dice.
Mason y su esposa, Debby, son padres de tres hijos casados de alrededor de 20 años (y abuelos de Max). Él ha trabajado con familias por más de 30 años, por la mayor parte en Beech Acres. Esta organización sin fines de lucro ofrece un amplio espectro de servicios terapéuticos para niños y familias con problemas severos, así como servicios educativos para padres que deseen mejorar su eficacia. El objetivo de Beech Acres es lograr un ejercicio positivo y práctico de la paternidad. Esto se realiza por medio de conferencias, seminarios, boletines de noticias, y asesoramiento personalizado.
Vistage le pidió a Mason algunos consejos que podrían ser especialmente útiles para padres muy ocupados. He aquí lo que respondió sobre la base de su experiencia y sus observaciones:
1. Esté presente. Woody Allen dijo alguna vez, “El noventa por ciento de la vida es simplemente estar presente.”
Disponga de tiempo para estar con sus hijos. El hecho de que usted comparta con ellos lo que probablemente sea su recurso más limitado, su tiempo, les dice mucho acerca del valor que ellos tienen para usted.
Esto no significa saltar de una actividad a otra. De hecho, los niños de hoy están programados en exceso. Aún admitiendo que es divertido concurrir a cuatro partidos de fútbol en un solo sábado, llevar a los chicos a una variedad de paseos, o acompañarlos a un fin de semana en la nieve, a los chicos les encanta simplemente estar en compañía de sus padres, aunque a cierta edad no lo admitan.
Averigüe qué les gusta hacer con usted y hágalo aún cuando no sea su actividad favorita. Ése es un tiempo maravilloso para estrechar el vínculo, y para enseñar. Al invertir tiempo informal con su hijo le está capitalizando su “cuenta bancaria emocional.” Le garantizo que esos depósitos le van a servir de mucho cuando aparezcan las inevitables crisis familiares que nos esperan a todos.
2. Sea un padre proactivo. Como dice Stephen Covey, “Comience pensando en el objetivo.” En nuestro rol de CEOs, todos lo hacemos en nuestro trabajo, pero ¿cuántos de nosotros lo hacemos con nuestros hijos? La mayoría de los padres pasamos 18 años reaccionando ante los problemas que nos traen nuestros hijos, yendo de una mini-crisis a otra. Luego nos asombramos de que los chicos terminen como lo hacen cuando llegan a la adolescencia. Ninguno de nosotros conduce los negocios de esa manera. ¿Por qué planificamos tan bien nuestro trabajo y somos tan propensos a reaccionar ante los hechos consumados en el hogar?
Piense con su esposo o esposa qué clase de ser humano desearían que su hijo o hija fueran cuando tengan 25, y procedan hacia atrás. ¿Qué cualidades, o rasgos de carácter describirían a ese/a joven?
Le he preguntado esto a cientos de padres de los ámbitos más diversos. Invariablemente, mencionan como características deseables la honestidad, la moralidad, la capacidad de amar, la colaboración, aplicación al trabajo, etc.
Una vez de acuerdo en esas cualidades deseables, piense en qué debe hacer usted hoy, para facilitar ese resultado.
3. Reconozca cuáles son los valores que usted considera esenciales y viva de acuerdo a ellos. En primer lugar, sepa cuáles son sus valores esenciales. Son las cinco o diez creencias que tiñen todas sus decisiones. ¿Qué es lo más importante para usted? La familia, la vida del espíritu, un trabajo significativo, etc.
Viva de acuerdo a sus valores, pero sin rigidez. Tenemos que reflexionar constantemente acerca de aquello que de verdad es lo más importante para nosotros. Si queremos que nuestros hijos aprendan a desarrollar sus propios valores, tenemos que ofrecerles un modelo con nuestra propia manera de vivir.
Esto es especialmente crítico en nuestro tiempo. Los chicos tienen acceso a tanta información de toda clase, que a menos que nosotros tengamos muy en claro nuestras creencias y ofrezcamos el modelo pertinente, la posibilidad de que aprendan de nosotros y no de Internet o MTV son escasas.
4. Conozca a su hijo. Todos los chicos son iguales, y diferentes.
Cuanto más sepamos acerca del desarrollo normal de los chicos menos posibilidad de alarmarnos indebidamente tendremos cuando veamos algo que nos parezca extraño. Mi esposa y yo vivimos un interesante período de aritos con mi hijo cuando estaba en la universidad. Él estaba buscando su propia identidad. Le hicimos saber nuestro punto de vista con humor. Lo asombroso fue cuán rápidamente perdió el aro cuando tuvo que buscar trabajo.
Conocer el desarrollo normal de un niño es importante, pero no es suficiente. Tal vez lo más importante sea ver y apreciar esas cualidades que son sólo de él. Todos las tenemos. Desgraciadamente, la mayoría de nosotros no nos damos cuenta de nuestros verdaderos dones hasta que somos adultos. Peor aún, muchos de nosotros nunca lo sabemos. Ron Taffel, uno de mis expertos en familia favoritos dijo una vez, “La tarea de todo padre es descubrir, y luego alimentar, la contribución única que su hijo le ofrece al mundo.” Estoy convencido de que si más padres hiciéramos eso, habría menos depresión, droga adicción y crimen.
5. Ame a sus hijos incondicionalmente. Los niños aprenden el valor de sí mismos cuando viven en un ambiente que los acepta y los nutre.
Esto no significa un ambiente permisivo. Significa vivir en un hogar donde el amor, el afecto y la aceptación de las cualidades de cada uno se expresan libremente. Los niños cuyos padres elogian sus cualidades positivas en lugar de criticarlos por sus defectos son generalmente más felices y mejor adaptados.
Los chicos se dan cuenta de todo. El gesto más pequeño puede significar tanto para ellos.
Uno de mis hijos adultos me dijo hace poco que cuando estaba en segundo grado se sintió desolado porque había perdido una competencia de ortografía. Como casi todos los niños de siete años, lo que más sentía era no haber ganado el trofeo, que él llamaba “la ferretería”.
Entonces yo fui a buscar un viejo trofeo mío de béisbol y le hice los cambios necesarios para que dijera, “Marc Mason: Premio a la mejor ortografía del mundo.” Hace un par de años me dijo cuánto había significado ese trofeo para él. Se acordaba que no era muy bueno en ortografía y nos reímos juntos; pero ese simple gesto significó tanto que 20 años más tarde todavía lo recordaba. Era un símbolo tangible de un amor de padre que no costaba nada más que una lapicera, papel, pegamento – y tiempo.
6. Ame a su esposo o esposa, o por lo menos sea cortés. Amar al otro padre del niño, o por lo menos mantener buen trato si ya no están juntos, es una de las cosas más importantes que puede hacer para enseñar respeto, intimidad y el modo de resolver conflictos. La relación conyugal es por lejos la relación más importante de la familia. Al observar cómo se llevan los padres el niño aprende a expresar amor, a compartir objetivos, a trabajar en colaboración y a sentirse unido a los otros.
7. Fije expectativas claras. Los niños aprenden a capacitarse y a asumir responsabilidades a medida que alcanzan determinados objetivos. Una vez que tenga en claro cuáles son sus valores fije unas pocas reglas familiares que los reflejen en la vida de todos los días. Por ejemplo, si la honestidad es uno de sus valores fundamentales, la regla familiar sería “nosotros somos honestos en todas nuestras relaciones con otros”. Luego viva usted de acuerdo a esa regla y hágala cumplir en familia.
Éste es el reino del ejemplo y de la coherencia. Los niños advierten muy rápidamente las actitudes hipócritas y las reglas que no siempre se cumplen. Es más fácil establecer unos pocos principios generales “para vivir mejor” que un montón de pequeñas reglas. Estos “principios para vivir mejor” son la base de muchas oportunidades para enseñar de qué manera nuestros valores fundamentales se aplican a una miríada de situaciones en la vida; pero no como lección sino en conversación.
8. Escuche. Otro de los dichos de Covey entre mis favoritos es “Primero, trate de entender.” Aquí también, como líderes de negocios, sabemos muy bien de la importancia de escuchar a los clientes, a los empleados, a los vendedores. Las compañías más exitosas son aquellas que mejor se conectan con las necesidades de sus componentes y se anticipan a ellas. Lo mismo ocurre con los padres exitosos.
Desgraciadamente, la comunicación de nuestros hijos no suele ser tan clara y directa como la de nuestros clientes. Esto significa que los padres deben desarrollar un “tercer oído.” Es decir, tratar de descubrir el significado que se oculta detrás de las palabras.
Muchas veces entendemos los comentarios de un niño de manera literal, y rápidamente respondemos a ellos. Por ejemplo, cuando un niño tiene un conflicto con un amigo o un maestro, los padres desestiman el problema, ofrecen soluciones, o explican cuál es el error del niño o del amigo. Eso no es escuchar.
En cambio, tratemos de hacer preguntas como “¿Qué pasó? ¿Cómo te sentiste? ¿Cómo te parece que tu amigo (o el maestro) lo ve? ¿Cómo sería resolver el problema? ¿Cuáles son tus ideas para resolver este problema?” Preguntas como éstas generan una respuesta que requiere que el chico mismo reflexione sobre la situación. A la vez, esto los ayuda a adquirir la habilidad de resolver sus problemas. Además, los hace sentirse contenidos por nosotros y no que les estamos dando una lección.
9. Aproveche los fracasos. Nunca me he encontrado con un padre a quien le gustara ver el fracaso de su hijo. De hecho, muchos padres
invierten mucho tiempo, y frecuentemente también dinero,
protegiéndolo de las dificultades. Me gustaría ver que esos padres pudieran aprovechar “los fracasos”, o mejor dicho, redefinirlos como “momentos de aprendizaje.”
Acaso nosotros, como líderes de negocios o simplemente como adultos, ¿no hemos aprendido más en la vida de los momentos difíciles que de los de bonanza? La derrota es una parte natural de la vida. Cuando nuestros hijos pasan por momentos difíciles tenemos la oportunidad de ayudarlos a aprender a reflexionar, a resolver problemas y a prepararse para el próximo desafío. ¿No es mejor que tengan sus primeras experiencias dolorosas mientras son niños, viviendo junto a nosotros que podemos ayudarlos a que aprendan a superarlos?
10. Relájese y disfrútelos. Muchos padres se preocupan demasiado. A mí me gusta el mantra, “Bueno. Esto también va a pasar.” Cualquiera sea la crisis de hoy, muy probablemente se tornará en poco tiempo en un distante recuerdo. Los niños son básicamente resistentes. Si se han criado en un hogar con padres auténticamente amorosos e interesados en lo mejor para sus hijos, generalmente se convierten en adultos capaces y responsables. Tal vez no sean el adulto que soñamos cuando ellos nacieron, pero van a andar bien.
Los que tenemos hijos grandes sabemos cuán rápidamente los niños se convierten en adultos. Cuanto más tiempo disfrutemos cada momento mientras son niños, mayor será la probabilidad de que sean adultos felices, con hogares cálidos, que nos visiten con frecuencia.