Los stickers que lo anuncian en puertas de bares y restaurantes no paran de multiplicarse. Hoy ya es habitual sentarse a tomar un café y ver que el cliente de la mesa de al lado está trabajando con su notebook.
El acceso al Wi-Fi (del ingés Wireless Fidelity) creció un 21 por ciento en la Ciudad de Buenos Aires, con comparación con el año anterior y tiene muchos años por delante para seguir triunfando y expandirse.
Según un estudio realizado por Marco Marketing Consultings para Clarín, las zonas donde se registró un mayor crecimiento de los hotspots (puntos donde se ofrece este servicio) fue en el centro, Almagro, Las Cañitas y Boedo.
Además, si bien la mitad del total de ellos se concentra en Palermo, Barrio Norte y Recoleta), casi la otra mitad está en Belgrano, el Centro, Puerto Madero y Núñez). Pero otros barrios como Villa Urquiza también se están animando a sumar este servicio para atraer y conservar una clientela fija.
Según Mariano Piccini, de la consultora Marco, el fenómeno “se está expandiendo a barrios alejados de las zonas de oficinas”. También señala que cambió el perfil de quien usan el servicio: mientras antes eran ejecutivos “hoy también lo demandan usuarios que no son corporativos, estudiantes, trabajadores independientes o Pymes”.
Según el especialista esto obedece a la gran cantidad de notebooks que se están adquiriendo y a que existe una sensación de mayor seguridad en las calles.
En nuestro país, el Wi-Fi se suele ofrecer gratis, pero en los Estados Unidos, por ejemplo, el 98 por ciento de los hotspots son pagos.