El Emprendedor no puede trabajar solo en las tareas del emprendimiento. En el mundo de los negocios el adagio de “El ojo del amo engorda el ganado” no funciona.
La interpretación equivocada que sobre esto tienen muchos emprendedores, especialmente en las etapas iniciales del trabajo, es causa de muchos proyectos frustrados, deserciones, ineficiencia, deterioro de perfil competitivo, impedimentos para el crecimiento, etc.
Son muchos los emprendedores que se dedican personalmente a atender extensas labores de su negocio bajo la lógica, en teoría virtuosa, del “hands-on”. En ésta lógica, premisas como “la única forma de garantizar que las cosas salgan bien es hacerlo uno mismo” proliferan en la vida temprano del emprendimiento.
No son pocos los Emprendedores que asocian formalmente la existencia del emprendimiento al hecho que éste tenga que ser asistido de manera cercana y personal. En ello encuentran la diferencia básica con el estado de quien trabaja “para otro”.
Toda esta lógica y las premisas que se gestan a partir de ella, no solo están equivocadas, son esencialmente peligrosas para el emprendimiento.
En el mundo de los negocios “el ojo del amo No engorda el ganado”, al menos si el término “ganado” se refiere a algo más que un triste vacuno. En el mundo de los negocios, el amo que vive para ver como “engorda” el ganado termina famélico.
Todo vínculo a éste pensamiento tiene aristas peligrosas para el crecimiento saludable del negocio. Un ejemplo de ello es el tiempo de maduración y crecimiento del negocio. El Emprendedor que actúa como el “amo con el ojo en el ganado” propende a pensar también que su Negocio puede permitirse “cómodos” periodos de tiempo para consolidarse y crecer; tiende a considerar que bajo su responsabilidad se está formando el patrimonio de las próximas generaciones familiares y que el hecho de “construir” el anhelado negocio es lo mismo que ver cómo avanza la construcción de la “casa de sus sueños”.
¡Ninguna de estas premisas es saludable o coherente con el significado esencial del Negocio!
Los negocios no son hoy lo que eran hace cincuenta años. La propia consideración del tiempo no es la misma. El estado de un Negocio no puede planificarse ahora con una visión muy extendida en el tiempo, a su periodo de maduración se le debe imprimir hoy la misma dinámica que prevalece en los mercados. El “tiempo” del Negocio no es el tiempo del Emprendedor.
Considerar que con la gestión del Negocio se está formando el patrimonio generacional de la familia, es otro criterio completamente subjetivo; corresponde estrictamente con el sentir personal del Emprendedor y no responde (necesariamente) a los intereses del Negocio. El futuro del Negocio no siempre está relacionado al futuro del Emprendedor y viceversa.
Por otra parte ¡el emprendimiento es un Negocio!, no es la “casa de los sueños”. Por mucho que ambas compartan esfuerzos de inversión que eventualmente tengan el mismo origen, la diferencia que existe es abismal. El Emprendedor no puede entender el Negocio como una extensión de sí mismo.
Bien hace el Emprendedor en entender desde muy temprano que ¡Negocios son Negocios! El emprendimiento al que ha dado forma constituye ahora una entidad que se explica a sí misma, que tiene intereses propios e involucra responsabilidades que van más allá de su creador. El Negocio al que da forma es punto de partida de un ciclo económico vital, aquel del que depende el propio bienestar de las naciones.
En lugar de “ejercitar el ojo del amo”, el Emprendedor precisa desde muy temprano hallar su Alter Ego en la gestión del Negocio.
Debemos entender como Alter Ego a ésa persona, grupo de personas o estructura de dirección “en quién se tiene confianza absoluta, lo que permite que haga de uno mismo sin restricciones”. Ése “otro yo”.
El desafío fundamental del Emprendedor una vez que ha dado forma a su Negocio es poder replicarse en otras personas o en una estructura, vale decir conseguir que otros Vean y Hagan las cosas como Él mismo. Esta es la tarea que ajusta apropiadamente con el Negocio y la que permite que el Emprendedor ocupe su espacio específico y desarrolle una labor trascendente en el emprendimiento.
Cuando el emprendimiento nace, el Alter Ego del Emprendedor posiblemente sea una persona: un socio, un empleado, un asesor, etc. A medida que el Negocio crece, éste Alter Ego tendrá que haberse convertido en un equipo de trabajo o en una estructura de gestión.
La referencia importante no es QUIEN sino lo que ése Alter Ego representa: una extensión de la visión y del quehacer del Emprendedor en el Negocio. En tanto que en el esquema del Emprendedor como “director de orquesta” u “ojo de amo”, la tendencia es que el Negocio se constituya en una extensión del Emprendedor, en el esquema del Alter Ego es el Emprendedor quien busca su extensión en “otros” que lo colaboren en la gestión del Negocio.
El sentido de la “confianza absoluta” y la capacidad de “hacer de uno mismo sin restricciones” constituyen los fundamentos del Alter Ego, y a partir de ellos el Emprendedor puede alcanzar objetivos y superar límites que le están vedados a su alcance individual.
El Alter Ego del Emprendedor no es un elemento que lo complementa, tampoco uno que lo sustituye, es uno que lo Replica. Si el Emprendedor podría “clonarse” el producto de ello sería su Alter Ego.
Aunque depende de cada circunstancia en particular, se hace mucho énfasis en el apoyo que el Emprendedor precisa en las demandas de Capital, de Conocimiento, de Paciencia e incluso de Tiempo; pero el Alter Ego es una necesidad que precede a las anteriores, porque de hecho constituye a la vez un factor que coadyuva en la consecución de los otros. Si se le ha de pedir al Emprendedor que tome cuidado de todo lo anterior, de hecho se tendrá que considerar que tenga apoyo idóneo en sus labores de gestión.
En muy pocas ocasiones se da el caso que un Socio constituya a la vez un Alter Ego. Generalmente las Sociedades apuntan al complemento, no necesariamente a la extensión. Es mucho más probable que el Emprendedor encuentre su Alter Ego entre las personas que dependen de él y forman su equipo de trabajo. Con estas personas puede interactuar para transmitir su Visión del Negocio y su filosofía de trabajo. En ellas puede influir e inculcar sus ideas y su forma de hacer las cosas. Luego esta “célula de trabajo” podrá convertirse en el embrión de una estructura que progresivamente dependa más de sistemas que de personas.
Existen cuatro dimensiones que explican la Formación de las personas para las actividades laborales y profesionales:
Educación.- Generalmente ella se ejecuta en el círculo familiar y en las instituciones llamadas para el efecto: colegio, universidad. Los negocios o las empresas no están convocadas a Educar a las personas, más bien las reciben con un determinado nivel de educación predefinido.
Entrenamiento.- Los negocios y las empresas llevan adelante este proceso para familiarizar a las personas con la forma en la que se hacen las cosas en la organización. El entrenamiento está relacionado a rutinas y procesos que se quiere que el personal adopte para su trabajo en el Negocio o en la Empresa.
Capacitación.– Por medio de ella los negocios y las empresas invierten recursos en profundizar y optimizar los conocimientos y las habilidades de las personas que trabajan en la estructura. Las personas son contratadas con determinados niveles de educación y capacitación, a lo primero no se tiene fácil acceso pero lo segundo debe hacerse con énfasis en la Organización.
Adoctrinamiento.– Ésta es la “etapa superior” en la Formación de los recursos humanos. Por medio del Adoctrinamiento la Organización consigue que las personas no solamente hagan las cosas como se quiere, también que piensen como la Organización desea que piensen, que compartan la Doctrina que guía sus actos y su forma de ver las cosas en el presente y el futuro.
Con su Alter Ego el Emprendedor debe recurrir esencialmente a dos de las dimensiones de Formación de los recursos humanos: el Adoctrinamiento y el Entrenamiento. La Capacitación es accesoria.
Primero se debe Adoctrinar a la persona, las personas o el equipo encargado de hacer “extensivas” las labores de gestión del Emprendedor y luego se la debe Entrenar minuciosamente en cada tarea y proceso. De ésta forma se conseguirá delegar tareas y compartir responsabilidades.
Identificar y desarrollar el Alter Ego no es una tarea sencilla, pero lo peor que puede hacerse es postergar la labor y adoptar la lógica del “ojo del amo” o del “director de orquesta” mientras se la activa. Esto afecta de manera directa un rasgo de identidad del emprendimiento: el hecho de que el Emprendedor alcance sus objetivos por medio del trabajo de OTRAS PERSONAS.
El Emprendedor se diferencia del Empleado o del Auto-empleado precisamente porque desarrolla un sistema (Estructura de Negocio) que trabaja por él. Mientras que el Empleado trabaja de forma directa para otros y el Auto-empleado trabaja de manera directa para él mismo, el Emprendedor desarrolla una estructura que trabaja para él.
Sin la existencia del Alter Ego, el Emprendedor estaría haciendo de Auto-empleado, con la diferencia poco sutil de que un emprendimiento tiene alcances e involucra responsabilidades que exceden en mucho a las del Auto-empleado.
En última instancia es posible que todo se resuma en este hecho en particular: La Responsabilidad. El Emprendedor no solo se debe a él mismo, se debe a su Negocio, se debe a las personas que trabajan para él, a las personas que se beneficiarán del trabajo que desarrolla el Negocio y a la sociedad en donde éste se inserta desde el momento en que es concebido.
Todos estos son motivos por demás suficientes para no jugar el papel de “amo” de nada y compartir humildemente la tarea con quienes pueden y deben colaborar.