En muchas ocasiones los planes de empresa fallan, y no se encuentran responsable aparente, aunque hay una figura que es posible tenga mucho que ver. La línea entre líder y antilíder es delgada, mientras que el primero guía y asesora a sus trabajadores, el segundo solo se limita a ir en contra de sí mismo, infundir miedo y a creer que el modelo autocrático que impone crea lealtad entre sus empleados.
¿Cómo detectar un antilíder? Según la International Coach Federation podemos encontrar unos rasgos muy particulares:
1. “Creen que lo saben todo”: tienen el ego por las nubes y se niegan a aprender nuevos modelos o lecciones que incluso el empleado más nuevo puede enseñarle.
2. “No escuchan ni observan”: son unos pésimos comunicadores interpersonales. Así, sus ideas y trabajo funcionan como las de un infante que está todo el tiempo enfadado.
3. “No sabe trabajar en equipo”: su ego lo empuja a querer hacer todo por su cuenta y cuando ve que no puede, culpa al resto. Este perfil laboral es muy reconocible.
4. “Piensa de forma egoísta sin compartir metas”: intentará llegar solo al éxito para encumbrarse a sí mismo, sin saber que el trabajo en equipo es la llave de cualquier puerta a donde se quiera llamar.
Este modelo de mandamás puede cambiar, si requiere ayuda y se le brinda, pero el fallo principal es que normalmente se implantan en las empresas bajo la supervisión de un superior que le da permisibilidad. ¿Cómo evitar este tipo de guía laboral? Lo mejor sería ponerse de acuerdo y debatirlo con el resto de compañeros que, una vez pensado y deliberado, podrían hacer una reclamación formal exponiendo de forma detallada las veces que este antilíder no fue útil. Cambiar el mando es posible, pero se necesita unidad y razones de peso cuantificables para que diversos ineptos laborales no ocupen lugares de liderazgo durante demasiado tiempo.