Los termómetros alcanzaron los 38 grados en la segunda etapa de un Dakar que vuelve a poner en problemas a los pilotos
Como en cada una de las ediciones sudamericanas anteriores, las altas temperaturas fueron las grandes protagonistas de un Dakar 2015 en cuya segunda etapa se alcanzaron los 38 grados centígrados, que transformaron al agua en un bien preciado.
Las duchas fueron un continuo desfilar de competidores desde la llegada de la primera moto al campamento en San Juan, en busca de refrescar un jornada que la organización decidió dar por finalizada con anterioridad para motos y quads.
Con el antecedente del belga Eric Palante, fallecido en la quinta etapa de la edición pasada, el calor asfixiante se transforma en una alarma cada vez que supera la barrera de los 35 grados.
Si bien esta prueba, tanto en sus orígenes africanos como en su mudanza a territorio sudamericano, se caracterizó por el desafío físico a sus participantes, la organización pretende no excederse en las exigencias.
El director deportivo del Dakar, David Castera, ya había advertido sobre las exigencias de esta extensa etapa de más de 500 kilómetros y la posibilidad de que muchos pilotos abandonasen la competencia.
El calor es un fantasma que continuará siendo protagonista en la próxima etapa que finaliza en Chilecito y también será un denominador común tanto en el trazado chileno de esta edición, como a su paso por Bolivia y el regreso por el norte argentino.
El Dakar transita por la delgada línea entre mantener su fama de prueba exigente hasta las últimas consecuencias sin relegar la preocupación por las condiciones necesarias para una competencia, con el calor como gran preocupación constante.
