En 1953, Albert Einstein envió una carta a un amigo japonés llamado Seiei Shinohara. Allí, expresaba su remordimiento por otra carta que había enviado en 1939 al presidente estadounidense Franklin Roosevelt, donde lo impulsaba a desarrollar una bomba atómica, que en 1945 pondría fin a la Segunda Guerra Mundial causando más de 140.000 muertes en Hiroshima y Nagasaki.
“Si lo hubiese sabido, no habría escrito jamás esa carta”, comentó amargamente el padre de la relatividad. “Nunca pensé que una carta podría acarrear resultados tan catastróficos”.
¿Qué habría pasado si tal o cual decisión o evento del pasado no hubieran sucedido o hubiera sucedido de otra forma? ¿Cómo sería el mundo, nuestra vida o nuestra empresa si hubiésemos tomado otras decisiones? ¿Cuál fue esa primera decisión que permitió que tal empresa sea lo que es?
Estas son algunas preguntas sin respuesta que los hombres de negocios se plantean con mucha frecuencia.
El matemático estadounidense Edward Norton Lorenz, uno de los pioneros de la teoría del caos, descubrió que alteraciones mínimas en los valores de las variables iniciales resultan en soluciones ampliamente divergentes. Esta sensible dependencia de las condiciones iniciales se conoce como el “efecto mariposa”.
Poéticamente, se lo describió de la siguiente forma: “el aleteo de una mariposa en Hong Kong puede desatar una tormenta en Nueva York”.
Ahora bien, ¿cómo se aplica esto al mundo de los negocios?
La construcción de escenarios es una técnica muy utilizada para analizar el posible impacto de una serie de decisiones que podríamos tomar en nuestra empresa.
Para esto, se establecen ciertas variables críticas de éxito. Luego, se va cambiando el valor de estas variables y se va viendo qué sucede.
Esto es, ni más ni menos, que imaginar múltiples universos posibles y preguntarnos: ¿qué pasaría si…?
El concepto clave en este análisis es la “variable crítica de éxito”. Todos los negocios que alcanzan un gran crecimiento desde el comienzo tienen algo en común: hay algo que han hecho extraordinariamente bien en el primer momento, algo central y determinante en lo que han acertado, y que luego ha sido la base para un fantástico despegue.
Esta decisión inicial repercute exponencialmente sobre la evolución futura de todas las variables y puede hacer toda la diferencia entre un magnífico éxito y un rotundo fracaso.
El caso Google es un claro ejemplo. En este caso, la variable crítica fue la eficacia del algoritmo de su motor de búsqueda, que permitió a los usuarios encontrar lo que buscaban en un tiempo significativamente menor a la competencia.
Esto brindó a Google un espectacular crecimiento del número de usuarios desde los primeros días. Luego, Google mantuvo su liderazgo a través de la innovación y la oferta de nuevos servicios a sus clientes.
Ahora bien, ¿cómo identificar la variable crítica de éxito?
Cuando vemos el éxito de un negocio, es habitual que lo evaluemos en su totalidad. Pero la esencia, eso que hizo que sobresalga y logre el éxito, muchas veces queda oculta.
Identificar a priori la variable clave no es sencillo. Si lo fuera, prácticamente todos los emprendimientos acabarían siendo grandes éxitos.
Sin embargo, al menos como un ejercicio de aproximación, podemos plantearnos algunas preguntas que nos permitirán avanzar con esta identificación:
¿Qué hace exactamente nuestra empresa?
¿Por qué nos eligen los clientes?
¿Cuáles son los indicadores que, si variasen, afectarían de manera determinante a nuestro negocio?
¿Podemos mantener a largo plazo nuestras ventajas?
Si no tenemos claro cuáles son nuestras variables críticas de éxito, otros podrían robarnos la esencia, mejorarla y dejarnos afuera.