En uno de los capítulos de Unbreakable Kimmy Schmidt, Tituss Andromedon, el co protagonista de la historia, recuerda el momento en el que decidió lanzarse a cumplir sus sueños. Su sueño era participar en el musical de El rey león, pero Broadway no le abría sus puertas. Así que Andromedon se lanza a hacer su propio montaje, una versión ultracutre a la que parece que no va a ir nadie. Solo una persona llega en el último momento. La alegría por haber tenido un espectador termina cuando lo hace la función: era un abogado de Disney para dejarle una demanda.
La trama —que juega con lo cómico de la historia— sirve para recordar algo importante: nadie protege su copyright tanto como lo hace Disney. Y Disney está a punto de tener un ligero contratiempo con una de sus más importantes marcas registradas. Con el cambio de año, Mickey Mouse enfilará la recta final para entrar en el dominio público. O, mejor dicho, lo hará más o menos.
Willie y el barco de vapor — Steamboat Willie en su título original— fue la primera película de animación que protagonizó Mickey Mouse. El filme llegó a las pantallas en 1928 y tendría que haber entrado en dominio público hace ya unos cuantos años, al menos en Estados Unidos. Sin embargo, en 1998, Disney logró hacer lobby para que eso no ocurriese: la llamada Mickey Mouse Protection Act estadounidense prorrogó la protección de la propiedad intelectual del ratón hasta, justamente, este nuevo año. 2023 será el último año en el que ese corto esté protegido por la norma en cuestión.
Pero, sin embargo, usar a Mickey Mouse y aprovecharse de la conversión en patrimonio público de Willie y el barco de vapor no va a ser tan fácil, como recuerda en un análisis The New York Times. Es decir, no porque entre en el dominio público el filme cualquiera va a poder explotar de forma comercial a Mickey sin que Disney tenga algo que decir. De entrada, recuerda el Times, lo que entra en dominio público es el corto y no tanto el personaje por completo. Solo la versión que se ve en ese corto de Mickey —no habla, tiene una larga cola y un aspecto más ratonesco y es un tanto malvado— es la que estará en el dominio público, no la que Disney usa ahora y que se reconoce rápidamente como el personaje.
“Disney ha ido modernizando de forma regular el personaje, no necesariamente como parte de un programa de gestión del copyright, al menos inicialmente, pero para seguir el ritmo de los tiempos”, le explica la experta en propiedad intelectual Jane C. Ginsburg al diario. Por tanto, la imagen de Mickey que tendrás al cerrar los ojos y pensar en el personaje no estará en dominio público ni en 2024 ni posiblemente en los años que le siguen (aunque, como recuerda el Times, todas esas versiones del personaje también irán entrando en dominio público, pero lo harán en las siguientes décadas).
Aun así, parece poco probable que los demás puedan hacerse de oro con Mickey Mouse, de una manera o de otra. De entrada, no hay que olvidar que esto ocurre en EEUU y que las leyes de copyright que afectan a las producciones de principios de siglo XX cambian según los países.
Lo que pasó con otros personajes
Además, lo que ha ocurrido con otros personajes e historias con elevado valor de marca y que se han ido convirtiendo en dominio público deja bastante ver por dónde irán las cosas en el futuro. El libro Winnie the Pooh, de A.A. Milne, publicado en 1926, entró en el dominio público en EEUU justo en 2022. Sin embargo, esto no ha propiciado una avalancha de explotación comercial, más allá de una película de bajo presupuesto, como recuerda el diario.
¿Por qué? La clave está en las limitaciones de ese dominio público, parecidas a lo que ocurrirá con Mickey Mouse. En dominio público ha entrado el libro y la versión del personaje que aparece en él, pero no los elementos que se vinculan de forma popular a Winnie the Pooh, porque esos fueron añadidos en las versiones en cine de Disney de años posteriores. Y esas no están en dominio público.
Algo paralelo pasó con El Principito, la novela de Antoine de Saint-Exupery. El libro entró en dominio público hace unos años, pero eso no quiere decir que cualquiera pueda usar a sus personajes en sus productos comerciales como le de la gana. Los herederos del escritor han convertido a cada personaje en una marca registrada, por lo que para usarlos se debe pedir licencia de uso.
Fuente: Puro Marketing