En el mundo de hoy, podemos observar cada vez más el crecimiento y la participación de la mujer como líder. Nuestra región no escapa a eso: hasta mayo pasado convivieron en América Latina cuatro presidentas en actividad (Argentina, Chile, Brasil y Costa Rica). Esta tendencia se ha trasladado a los ámbitos privados y, según las últimas estadísticas que se conocen, junto a Chile somos el país que mayor participación femenina tiene en los cargos gerenciales. Y sin embargo, no sólo está lejos del número al que podríamos alcanzar, sino del que deberíamos tener para beneficio de las empresas y la sociedad.
El liderazgo de la mujer es diferente al liderazgo masculino, ni mejor ni peor, sólo diferente. Son distintas las energías que los mueven y, sin dudas, lo más beneficioso para una empresa es tener líderes de ambos sexos y líderes integrales, es decir, que integren las energías y aptitudes femenina y masculina.
Me gustaría resaltar algunas características femeninas que marcan el tipo de liderazgo que ellas ejercen: está más orientado a las personas, tiene características más sociables y con mayor tendencia a la cooperación. Esto hace que el trabajo en equipo sea más natural, que la mujer esté activa en la inclusión, conteniendo a las personas y preocupada porque los procesos seas prolijos y sanos. Además, ellas son más más expresivas y cercanas, lo que les da un potencial importante a la hora de lograr un compromiso con la organización. Una líder logra darle un matiz de familia y resalta los valores en cada ámbito. Sin dudas, también debemos tener presente la capacidad innata que las mujeres tienen de pensar y actuar en muchas direcciones o temas al mismo tiempo, y hacer que esto se potencie positivamente en su liderazgo es una herramienta importantísima.
Por supuesto que tienen su costado débil: cómo actúa su mundo emocional a la hora de experimentar presiones y desafíos importantes; por otro lado, el hecho de poner más foco en el objetivo que en el proceso que se atraviesa para llegar a él.
En la mayoría de las empresas en las que trabajé, al consultar respecto a cómo se sienten más cómodos los hombres si siendo dirigidos por un congénere o por una mujer, la mayoría respondió que por un hombre. Esto es bastante lógico dadas algunas características que aún existen en las sociedades latinoamericanas. Y sin embargo, aquí se daba también algo llamativo. Cuando se los consultaba con quién se sentían más a gusto, más escuchados a la hora de trasmitir los objetivos o de tener una devolución de su trabajo no dudaron en decir que preferían a una mujer. En muchos casos, estas charlas resaltaron el coraje de las mujeres a la hora de tomar decisiones y enfrentar una crisis y la eficacia para armar equipos de trabajo.
Son todas estas características y experiencias las que me hacen siempre recomendarle a las empresas que desarrollen, capaciten y le den una oportunidad a más mujeres en puestos directivos. Creo que sólo estando al frente de un cargo podrán demostrar de lo que son capaces. La mujer ha demostrado en las últimas décadas que es capaz de estar a la altura de los acontecimientos, muchas de ellas han priorizado su carrera y han sabido compatibilizar sus roles: ser madres, esposas, novias, hijas y excelentes profesionales, han avanzado en el mundo organizacional y van por más.
América Latina tiene mucho que aprender de este tipo de energía y de liderazgo femenino. Estoy convencido de que nuestra región será pionera en abrazar este crecimiento y, demostrado está en la vida política de, hasta hace muy poco tiempo, cuatro países latinoamericanos.
El liderazgo femenino es sinónimo de crecimiento en el siglo XXI, debemos atenderlo como tal, apoyarlo, ayudar al desarrollo y formación de las mujeres y trabajar para que más de ellas lleguen a posiciones directivas y de responsabilidad. El liderazgo femenino es necesario en los equipos, en las organizaciones y en la sociedad, con ello nos beneficiamos todos. Por último, sólo me queda recordar que como lo indica la naturaleza, lo femenino y lo masculino van juntos, es el Yin y Yang , integrados y avanzando.