Muchas organizaciones se encuentran hoy expuestas a fraudes que desconocen completamente. La vulnerabilidad de sus operaciones, los datos de sus clientes y tantas otras variables no están “en el radar” de riesgo. Una de las falencias habituales que detectamos es que no se efectuaron mapeos de riesgos relacionados al fraude y por lo tanto no se implementaron mecanismos de prevención, detección y mucho menos de respuesta e investigación.
Siempre, prevenir y reducir el riesgo es más efectivo que tratar de recuperar las pérdidas sufridas. Para poder enfrentar el fraude es necesario conocer sus causas. Según lo afirmado por el prestigioso criminalista, el Dr. Donald Cressey, existe un “Triángulo del Fraude” donde 3 factores aparecen:
1. una necesidad o presión financiera,
2. la percepción de una oportunidad,
3. una racionalización personal.
Así, continúa el investigador, se detectan 6 situaciones típicas para identificar a un individuo que puede estar atravesando por un periodo de presión económica:
a. Incapacidad de pagar sus deudas
El uso excesivo de tarjetas de crédito, la toma indiscriminada de préstamos y la emisión sin control de cheques están al tope del ránking.
b. Problemas personales
De la infinidad de factores, el fantasma del desempleo, la desmotivación, resultados adversos o la dificultad para establecer relaciones personales deben ser especialmente tenidos en cuenta.
c. Crisis económica
Las consecuencias de la recesión afectan a todos los niveles de una organización y no es de extrañar que cualquiera sea tentado a alterar números para demostrar que se lograron los objetivos.
d. Aislamiento físico
Algunos defraudadores se sienten fuera del alcance de los demás y una sensación de impunidad los mueve a acciones con una particular racionalización.
e. Status ganado
La presión por mantener una reputación en ocasiones lleva actos ilegales del cual Madoff y Stanford son fieles ejemplos.
f. Relación Empleado – Empleador
La revancha, parte de los sentimientos básicos del hombre, es un potente motor cuando la percepción es que a la empresa no le importan sus empleados.
Así, revisando estos elementos, nos encontramos con un cóctel interesante al atravesar una época de dificultades económicas a nivel global y nos lleva a estar especialmente vigilantes, sin disparar una cacería de brujas pero mantenernos alertas antes la aparición de cualquiera de estos signos y trabajar en remediarlos. Y ahora la pregunta del millón: “Y como se que un empleado atraviesa un problema?”… conociéndolo. Pero eso es tema de otro artículo.