La última novela de Dan Brown, “Inferno”, fue traducida bajo unas medidas de seguridad propias de la CIA. Once personas encerradas en un búnker de Milán, permanente vigilados, sin teléfono ni conexión a internet. ¿Era necesario este despliegue para garantizar el secreto?
Al igual que los servicios de inteligencia o los departamentos militares, ciertas industrias culturales no pueden permitirse que se desvele material confidencial. En una superproducción de Hollywood trabaja mucha gente, empresas distintas en diferentes localizaciones del planeta, que deben saber guardar un secreto. El calendario de estrenos es muy estricto. Una filtración de un tráiler puede dinamitar la sorpresa. Sin embargo ¿son ciertas esas meteduras de pata que los medios de comunicación anuncian constantemente como adelantos no oficiales de contenido reservado?
En noviembre de 2012, los 36 primeros minutos del film “Harry Potter y las reliquias de la muerte” fueron colgados en internet clandestinamente antes del estreno de la película. Warner se puso a investigar el origen de la filtración, al tiempo que todo el mundo se hizo eco de la noticia. Curiosamente, los desenlaces de estos litigios sobre la propiedad intelectual pocas veces llegan a la prensa.
Sean ciertas o falsas estas filtraciones, su efecto final nunca perjudica seriamente las estrategias iniciales de promoción. Más bien al contrario. La divulgación de contenidos sin el consentimiento de su autor, cuando se trata de obras intensamente esperadas, se ha convertido en parte de las campañas de marketing de los estrenos. En algunos sectores, esta estrategia se repite tan frecuentemente que llega a aburrir. ¿Alguien cree que “Random Access Memories”, el último disco de Daft Punk (record de ventas en Reino Unido) vio la luz antes de tiempo porque se rumoreaba que iba a estar disponible en sitios de descarga ilegal?
A la hora de presentar una producción a escala global es necesario convocar la atención de todo el mundo. Los mecanismos de promoción tradicionales están colapsados. Esperando su turno en la cola de espera, los nuevos lanzamientos de libros, discos y películas aguardan, listos para saturan los sentidos de la población mundial. Las promotoras buscan medios alternativos para lograr un efecto en sus convocatorias que cada vez cuesta más esfuerzo conseguir.
Fingir un robo tal vez no sea muy lícito, pero ¿hay algo mejor para crear suspense?