El marketing como ciencia nos invita a investigar cada vez más interdisciplinariamente con el resto de las ciencias, porque en un mundo donde el conocimiento avanza en progresión geométrica, no podemos quedarnos con una sola visión.
La estrategia del marketing será estudiar al hombre como sujeto de consumo e intentar anticiparse a sus cambios de hábitos, para satisfacer sus necesidades y deseos en forma sustentable para las partes intervinientes. Sus tácticas consistirán en diseñar e implementar sincronizadamente, con todas sus herramientas, una ejecución sin fallas, que minimice el uso de los recursos.
El marketing no crea necesidades, crea deseos de satisfacer esas necesidades con un producto o servicio determinado y para eso cuenta con herramientas muy poderosas. Hoy el mundo nos está pidiendo asumir una doble responsabilidad: minimizar el uso de los recursos necesarios para lograrlo y satisfacerlos en forma sustentable para las partes. El concepto “sustentable” nos lleva a pensar en el largo plazo y el minimizar los recursos, a tomar conciencia del concepto de “escasez”.
Los profesionales del marketing debemos desarrollar una función educativa responsable y subsidiaria, instruyendo e informando, para generar conciencia de las consecuencias futuras de nuestros comportamientos de consumo.
Parafraseando a Oliveto: “No podremos construir un mundo para ‘nosotros’, si no pensamos qué mundo les estaremos dejando a ‘los otros’”.
La Responsabilidad Social Empresaria debería dejar de ser impersonal y en cabeza de una empresa, para ser personal de cada uno como responsables de la salud del planeta.
Si tomáramos conciencia de que, en algún lugar y en algún tiempo, el Marketing que hacemos hoy podría ayudar a mejorar la calidad de vida de los venideros, que quizá sean nuestros hijos, podríamos, a través de comunicaciones con contenido, enseñar a la vez que comunicamos nuestros bienes el valor del esfuerzo alegre por hacer y conocer, de la palabra, del trabajo solidario, del amor verdadero, del compartir todo lo que nos fue dado, de la importancia de ser en lugar de parecer, de los temas trascendentes…
Este es el cambio de visión necesario: entender que podemos ser formadores de lo que debería pasar y no sólo comunicadores de lo que pasa. Con el Dr. Alborés lo denominamos “Océanos Esmeralda del Marketing” porque implica sumergirse en lo profundo del ser, del liderazgo en valores, de generar bienes y felicidad para los consumidores y para cada integrante del equipo que a la vuelta de la esquina son consumidores de otros, porque comparten que la felicidad está en el proceso y no en el término y que la meta debe importar menos que el rumbo, que es esencial pensar los ideales que se quieren vivir y es sustancial vivir con entusiasmo los ideales que se pensaron.
Hoy no sólo debemos responder ante las demandas del mercado, es tiempo de inducir a nuevos comportamientos. El secreto no está en crear indiscriminadamente más productos para poder consumir más, sino en crear bienes a precios sustentables que nos permitan consumir mejor. El Dr. Hornos Barberis dijo que entre el estímulo y la respuesta hay un espacio y, en ese espacio, se debate el destino de la humanidad. El conocimiento es una manzana de oro para quienes ensanchen ese espacio, donde también se alojan los sentimientos, la cultura y los sueños.
“Nadie es más que aquello a lo que aspira”. Los seres humanos no somos seres racionales con capacidad de emocionarnos, somos seres emocionales con capacidad de razonar. Si podemos ensanchar el espacio entre el estímulo y la respuesta, podremos aspirar a liderar proyectos socialmente ambiciosos para crear entre todos una sociedad mejor.
Los hombres de Marketing tendremos que trabajar en ese espacio y producir bienes (no males) porque este mundo nos pertenece a todos y nuestra función social, humana y profesional, será agregarle valor sustentable para crear deseos de comunión, de solidaridad, de esperanza, de sustentabilidad, con una felicidad posible en cada uno de los consumidores.