¿Pasamos demasiado tiempo en el trabajo? ¿Nos hace eso infelices y menos productivos? El debate está cada vez más presente.
Entrar a trabajar apenas amanece y volver de noche. Notar que la concentración disminuye según pasan las horas, a medida que avanza la semana. Llegar a casa, previa escala en el supermercado, y apenas tener tiempo de hacer tareas domésticas y dormir para volver al ruedo laboral el día siguiente.
¿Pasamos demasiado tiempo en el trabajo? ¿Nos hace eso infelices y menos productivos? El debate está cada vez más presente. En los últimos tiempos se han preguntado lo mismo voces tan dispares como el gobierno de Suecia, algunas de sus empresas, el magnate mexicano Carlos Slim o la multinacional japonesa Toyota.
Todos ellos han comenzado a experimentar con una marcada reducción de la jornada laboral para ver qué efecto tiene en sus trabajadores. Es decir, si se encuentran más relajados y si eso repercute positivamente en los resultados de las empresas. ¿Seríamos no sólo más felices, sino también más productivos con jornadas de seis horas al día o trabajando sólo tres días a la semana por el mismo salario?
El estrés laboral tiene un costo. La Organización Internacional del Trabajo calcula que hasta un 3% del Producto Interno Bruto (PIB) de las naciones se pierde por esa causa y todo lo que conlleva: menor productividad, más ausentismo, trabajadores que rinden menos. Y la excesiva duración de las jornadas laborales es uno de los factores más importantes que incrementa ese estrés.