Cuando uno tiene el pulso de su negocio lo siente, siente que hay un momento que hay que crecer, relanzar, salir de la zona de confort. Todo start up tiene un proceso de crecimiento que depende de factores como los recursos personales y financieros. Luego, ese emprendimiento entra en una etapa de “piloto automático” hasta que se presentan situaciones de crecimiento. Entonces, ahí cada uno se plantea si elegir seguir esta oportunidad, quedarse donde está o buscar nuevas alternativas.
Es un nuevo start up, porque hay cosas que se tendrán que adaptar, re equilibrar y otras permanecerán. En el momento en que se te presenta la oportunidad que te hace generar saltos, desde productivos o financieros, esto implica que habrá que poner esfuerzo para que todo salga como se lo espera. Por ejemplo, para algunos puede ser pasar de la venta online a tener showroom, para otros será participar de súper promociones como los hot sales y otros abrirán una segunda tienda.
Por supuesto, para que todo funcione, lo más conveniente es hacer un plan para saber si tenés las condiciones de crecimiento o no, se evalúan las herramientas que uno ya sabe que tiene y cuenta con ellas. Hay que poner en la balanza lo que se gana y lo que se pierde, si uno siente que se arriesga mucho tal vez no es el momento y hay que esperar. Siempre hay que lograr que el crecimiento sea a favor del negocio y no en contra.
¿Existen riesgos? Claro, los más comunes son: no poder cumplir con el salto de crecimiento, no tener los recursos financieros ni personales para estar a la altura de la oportunidad, no llegar a cumplir con las expectativas de tus inversores y tus clientes.
Es clave salir de la zona de confort, sino uno se mantiene en los lugares conocidos, que posiblemente tengan un crecimiento más lento, pero es bueno tener desafíos, que se pueden alcanzar, que dan miedo, pero el resultado siempre es positivo.
Para ampliarse muchos recurren a inversores y otros lo hacen con sus propias reservas: ambas modalidades son posibles y efectivas. En el primer caso el crecimiento se dará más rápido, mientras que en el segundo seguirá los tiempos mismos de la empresa, pero uno sigue manteniendo el control de la firma. En cambio, del otro modo hay que ver bien cómo está estructurado el negocio y saber si es el momento para incluir gente. Y, además, hay que mantenerse, porque no todo depende de la inversión.
Por último, todo salto genera movimientos internos a los que hay acomodarse, intentar prever que demandará más tiempo y un compromiso aún mayor. Es bueno planificar cómo sería ese futuro y tener en cuenta que el nuevo start up generará ansiedad, tendrá etapas de mayor movimiento y mesetas y, sobre todo, disfrutar el proceso.