Cuando estalló la burbuja de las fake news muchos los anunciantes criticaron a Facebook, pero pocos bajaron sus presupuestos. Tras el escándalo de los datos, la hoja de ruta será la misma
El escándalo se cierne sobre Facebook después de que diarios estadounidenses y británicos sacasen a la luz la trama de uso de datos sin consentimiento de cerca de 50 millones de usuarios de la red social por parte de la compañía Cambridge Analytica con el objetivo de influir en la opinión pública durante procesos como la campaña presidencia de Donald Trump en 2016 o el Brexit.
Sin embargo, aunque estos últimos días han sido muchos los que se han llevado las manos a la cabeza ante este gran engaño, parece que de poco va a servir al menos en la industria publicitaria.
Las prácticas llevadas a cabo son, desde luego, sino legalmente, al menos éticamente reprobables, pero cuando se trata de negocio, a los anunciantes poco les interesan las cuestiones de moralidad.
Mientras las cuentas sigan saliendo, los analistas y expertos dan por seguro que las tendencias de inversión en la plataforma seguirán permaneciendo estables.
La pelota está más bien en el tejado de los usuarios que serán los que decidan el futuro de Facebook, quedándose en la plataforma o abandonándola y llevándose con ellos a las marcas.
No hay más que remitirse a lo sucedido en el último año para comprobar estas predicciones y es que, a pesar de todas las críticas y denuncias que las propias marcas realizaron contra la plataforma a raíz de las noticias falsas, fueron una minoría los que aunaron palabras y hechos en forma de bajada de presupuestos.
Es evidente que Facebook tiene problemas. La polémica le ha perseguido a lo largo del 2017 y este 2018 parece que seguirá metido en el fango, al menos por ahora.
Sin embargo, aunque sí se dio una ligera caída en el número de usuarios y tiempo invertido por ellos en la red social en mercados tan importantes como el estadounidense y canadiense, la compañía sigue siendo el player digital imbatible del que ninguna marca quiere ni puede prescindir.
A pesar de que es justo reconocer que en este escándalo Facebook ha sido una víctima más o menos colateral, al mismo tiempo también pone en evidencia, una vez más, su incapacidad (o falta de voluntad) para controlar lo que sucede dentro de su plataforma, tanto a nivel de contenido como de gestión de la información de sus usuarios, por cierto, cada vez más concienciados y preocupados por su privacidad.
Hay quien cree que hasta que los grandes anunciantes como Unilever den un toque de atención a la compañía, no cambiarán las cosas, sin embargo, la última palabra la tiene y la tendrá el usuario.
Fuente: Marketing Directo