China busca ya una alternativa a Windows 8 y no tener que recurrir a Apple para uso gubernamental y público, ante esta situación y la desaparición de Red Flag hace más de un año, las miradas están puestas en un nuevo sistema operativo oficial desarrollado por y para China.
Si no fuera por la deuda y las relaciones comerciales, está claro que la relación entre China y EEUU no sería tan cordial como hasta ahora. Pero el escándalo de la NSA y las constantes acusaciones de espionaje por parte de ambos lados han terminado tensando demasiado las cosas en varios aspectos. China cada vez quiere depender menos de la tecnología de EEUU y varias empresas de tecnología están comenzando a sufrir esta desconfianza, siendo Microsoft una de las que más perjudicadas podría salir debido también a su actitud desafiante con el soporte para Windows XP, que ha llevado a que se prohíba su último sistema operativo en las instituciones públicas chinas.
China busca una alternativa a Windows, ya que ha prohibido Windows 8 para uso gubernamental y Apple no parece una opción fiable para ellos, por lo que, tras la defunción de Red Flag, la distribución Linux que creó la Academia China de las Ciencias, tan pronto como este octubre se podría ver en China un nuevo sistema operativo basado en Linux que se impondría a nivel estatal por todo el país.
En esta primera fase China quiere ofrecer en octubre la versión para ordenadores de sobremesa y portátiles, pero a medio plazo quiere llegar también a los smartphones y tablets para conseguir una red completa en que todos sus dispositivos, desde servidores a wearables, utilicen un sistema operativo desarrollado por el propio gobierno chino y pensado específicamente para sus habitantes. De hecho hay más información sobre la versión para móviles, COS, que llegaría en enero, pero todavía no hay idea clara de como será su versión para ordenadores, ya que en teoría COS sólo está disponible para ARM.
En teoría esto supone una enorme ventaja para el país, ya que no depende de empresas extranjeras, pero para la libertad de expresión y la población podría suponer también un duro revés, ya que el gobierno chino no es precisamente conocido por dar mucha libertad y tendría un control absoluto.
Aún así es pronto para saber que supondrá este nuevo sistema operativo y que repercusiones tendrá, tanto para la propia China y sus ciudadanos, como para las empresas que desarrollen sistemas operativos y dispositivos fuera de China, que probablemente se vean vetadas en mayor o menor grado en el país.