Sábado 7.15 am salgo a correr.
El reproductor no está cargado, y sin música mis pensamientos van saltando aleatoriamente de un tema a otro. Me pasan los minutos y kilómetros sin darme cuenta.
Alrededor del lago hay algunos travestis y taxistas terminando una larga jornada, también un par de corredores comenzando la suya.
Pasan los kilómetros y repaso mentalmente algunas frases. Entre los panelistas del seminario en el que había participado el día anterior había unanimidad: “Si tenés una buena idea, la plata está”.
Yo, el moderador, pensaba que lo que decían era una falacia. Lo dije (no con esa palabra por supuesto), y se armó.
En medio del lío, para descomprimir un poco, pedí a la audiencia que me siguieran en twitter. Expliqué que tenía muy pocos seguidores y también dije que eso me frustraba mucho.
Quizás no debería haber dicho eso, ya que uno de los panelistas me reprimió duramente: “los seguidores de Twitter no se piden”. “¿Por qué no?”, respondí.
Hago entonces un paréntesis en este desordenado relato para pedir encarecidamente a mis lectores (con tono de ruego) que me sigan en twitter (@manuelsbdar). He descubierto, y me siento muy contento con mi descubrimiento, que en estos tiempos se mide todo (éxito/fracaso, bueno/malo, in/out, creíble/no creíble) según el número de seguidores que se tiene en twitter.
Sigo corriendo. Viene caminando de frente una pareja que, adivino, vienen de bailar. Caminan abrazados, se besan apasionadamente. Miro el reloj, son las 7.58 am.
La pasión, dice otro de los panelistas, es todo. “Una buena idea, con una buena dosis de pasión y la plata está”.
Y se explica: “el fundador de mi empresa consiguió la plata para su negocio abordando a un millonario al terminar la conferencia que había dictado en su universidad. Se coló entre los guardias, le pidió cinco minutos, el millonario lo invitó a subir al coche, y llegando a las escalinatas del jet privado consiguió el dinero que buscaba”.
“Qué gracia”, pensé. La universidad, Stanford, el millonario señor Hicks. Y lo dije.
Es posible que la gente que estaba sentada en aquella jornada tuviera muchas posibilidades de acceder a financiación para sus proyectos. Pero salgamos por un momento de la burbuja del “ecosistema” de emprendedores exitosos alcanzados por los escasísimos inversores, instituciones, capitales de riesgo, etc. que financian escasísimos proyectos.
En Argentina crean empresas cada año, entre el 12 y el 16% de la población activa.
Cuatro de cada diez proyectos fracasarán en su primer año de vida. De los 6 que sobrevivan, otros 5 quedarán en el camino en los siguientes 9 años. Seis de cada diez proyectos que fracasan, lo hacen por problemas de financiación.
La plata NO está. O al menos no en la medida en que la necesitan para crecer, desarrollarse y consolidarse la mayor parte de los emprendimientos que nacen en nuestra sociedad.
Es responsabilidad de quienes participamos en este tipo de eventos salirnos de la burbuja e intentar mirar más allá de lo que nos pasa a nosotros o a los casos que tenemos alrededor. Más o menos así fue mi participación.
Por suerte al final llegó la pregunta que rompió la última respuesta y provino de un joven de la audiencia (que acaba de anotarse como seguidor en twitter): “¿no se está por discutir en estos días una nueva ley de entidades financieras?”.
“Sí, claro que sí”, respondí.