La pareja es la persona con la que compartimos la mayor parte de nuestros días, sueños y planes. Pero, ¿qué pasa cuando compartimos también el espacio de trabajo?
La vida del emprendedor suele estar llena de obstáculos, subidas, bajadas y también es bastante solitaria. Hay mucha gente que emprende en soledad, ya sea porque se quedó sin trabajo, muchas mujeres por haber llegado a la maternidad y querer poder dedicarle más tiempo a sus hijos, y otros porque quieren vivir de lo que aman hacer y sus propios sueños.
Como emprendedores y también por estar en pareja (nos conocimos en la facultad, y allí nació el amor) conocemos a fondo la situación de quien emprende. En nuestro caso, compartimos la pasión por el diseño y también la idea de ir por más. Fue así que ambos teníamos trabajos en relación de dependencia pero decidimos que juntos podíamos armar algo mejor para nuestro futuro, y así nació Volando Bajito.
Obviamente que no es nada fácil compartir el trabajo, pero hay ciertas bases que nos vienen súper bien y queremos compartir:
- ¡No mezclar temas personales con el trabajo! Esto es lo más importante. Resulta muy difícil despegar la vida personal y los roles de la casa del emprendimiento, pero hay que generarlo. Si se piensa que no se va a poder es mejor no intentarlo. No es sano.
- Establecer roles y mantenerlos a rajatabla. Si uno se encarga de lo comercial, el otro no debe interferir, sí siempre es bueno opinar desde lo constructivo, es la mirada de ambos la que va a generar la riqueza del emprendimiento.
- Establecer límites en lo posible, si se trabaja en el mismo lugar en el que se vive, físicos, por ejemplo una habitación para la oficina, un horario para comer fuera de ese lugar.
A pesar de que parezca imposible, y muchas veces se generen discusiones, poder compartir con quien amamos el día a día y el crecimiento de un proyecto, es una de las cosas más lindas que pueden pasarnos.