Hace días Ralph Lauren dejaban su cargo como CEO de su empresa de moda, la cual capitaneaba desde hacía décadas. Correcto o no, ¿debe un CEO replantearse su tarea de dirección cuando las cosas empiezan a ir mal? Existen unas señales que te indicarán que quizás tu puesto ya no es lo que esperas o mereces; pero cuidado, tu ego puede salir dañado de esta batalla en la que debe ganar el sentido común.
El puesto de director ejecutivo te queda grande si sientes añoranza por tus primeros años como profesional. Ascender a CEO de una empresa será una montaña rusa en la que tendrás que lidiar con mucho trabajo. Si claramente sientes que añoras tus anteriores puestos puede que ésta no sea tu posición después de todo.
Temes a las entrevistas y a contratar: sientes que no estás seguro de estar formando el equipo correcto y no sabes si la dirección tomada es la indicada para la empresa. Definitivamente no es tu rol en el corporativo, plantéate dejar el timón a otros.
Odias ir a las reuniones. A medida que la empresa crece las reuniones se harán necesarias y puede que esto te quite tiempo de tu tiempo personal. Si crees que este puesto no merece la pena y no quieres sacrificarte, abandona ahora que puedes.
El crecimiento de tu compañía se ha estancado. No sabes qué hacer y tu corporativo no levanta cabeza. Antes que nada, oye lo que tienen que decirte a tu alrededor, quizás sea revelador e inspirador para tus planes. Si de este modo nada parece salir adelante, confía tu puesto a alguien con ideas nuevas y más frescas.