Si bien el governance, las métricas y el portafolio son elementos fundamentales para la innovación, el talento y la gestión de éste se han vuelto el habilitador principal. ¡Se trata de habilitar a las personas!
Entendiendo que la innovación es siempre un mejor negocio que el tradicional, ya que nos permite tener un periodo de exclusividad y hasta puede llegar a ser un proyecto exponencial. Y, además, considerando que –según la Novena Encuesta de Innovación en Empresas- la falta de capital humano capacitado es uno de los principales problemas para lograr innovar, me pregunto ¿qué impide que nos capacitemos en esta disciplina?
Desde el área que lidero, tenemos la meta de desarrollar conocimientos, habilidades y actitudes que habiliten a las personas, para tener trabajadores que sean participantes activos de los procesos de innovación, y así poder utilizar todas las potenciales capacidades de la organización. La innovación es una disciplina y tiene un método, y por esto estoy convencida que TODOS podemos aprender a innovar, lo importante es entender el rol que juega cada uno. Donde si bien la decisión de en qué innovar proviene de la gerencia, el cómo es mucho más efectivo si viene desde los trabajadores, quienes día a día se contactan con los clientes y los procesos, y donde si bien es poco probable que TODOS estén involucrados, sobre todo al principio, sí será necesario que todos estén interesados en que este camino funcione.
Es muy importante entender que uno puede ser lo que uno quiera ser. La suerte y las oportunidades existen, sin embargo, no podremos aprovecharlas si no estamos en ese momento arriba de la ola. Para esto hay que tener un propósito y esforzarse para lograrlo, trabajar duro y dedicarle horas de estudio y entrenamiento. Cuando hablamos de innovación es así, aprender haciendo. Para ello entendemos que la mejor manera de anclar el conocimiento es en gerundio. Aprendemos a Colaborar, Colaborando, aprendemos a Conectar, Conectando, aprendemos a Co-Crear, Co-Creando, y aprendemos a Innovar, Innovando.