El listado de dudas y problemas de los nuevos empresarios es de lo más variado. Y se amplía a medida que maduran sus proyectos. Muchas de esas preocupaciones fueron abordadas en charlas y talleres organizados en el Centro Metropolitano de Desarrollo del gobierno porteño, con motivo de la Semana Global del Emprendedor, que se celebró desde el lunes último hasta ayer, en simultáneo con otros 160 países y con un total estimado de 10 millones de participantes.
Con la colaboración de instituciones y profesionales ligados al ecosistema, la sede de entrepreneurs en Barracas se convirtió temporalmente en una academia multitudinaria, en cuya primera jornada distintos especialistas expusieron errores frecuentes en el inicio de las empresas, ordenados a continuación.
Tiempo perdido
Martín Cao y Germán Vinuesa, emprendedores y coaches de la Academia BA Emprende, abordaron el problema de la administración del tiempo, “el recurso más valioso de los emprendedores”. La propuesta de la dupla a cargo del taller fue evaluar el uso de las horas de trabajo, a partir del reparto en una matriz donde se combinan lo importante y lo no importante, con lo urgente y lo no urgente. “La asignación del tiempo en cada cuadrante -explicó Cao en base a la teoría de Eisenhower- tiene un impacto directo en el emprendimiento”. Tras la exposición de los jóvenes, que mostró que buena parte del tiempo es destinado a apagar incendios, se expuso el reparto ideal para lograr mayor eficiencia: un 75% debe dedicarse a lo importante y no urgente, es decir, lo relativo al planeamiento estratégico, reconocimiento de oportunidades, acciones preventivas, desarrollo del personal y otras cuestiones relevantes. El porcentaje restante se divide entre crisis y problemas ineludibles, y reuniones, llamadas y mails, entre otras tareas que deben reducir al máximo las pérdidas de tiempo. Algunos principios del manejo del tiempo consisten en no sobrecomprometerse, asignar un tiempo determinado a las tareas y fijar deadlines realistas.
Lo material y lo invisible
Verónica Franco, coach ontológica, desarrolló un tema inquietante para los emprendedores: la relación con el dinero. Hizo hincapié en la parte “invisible” que se vincula con lo material: la subjetividad y las fluctuaciones emocionales. En su experiencia con trabajadores en relación de dependencia que no se animaban a dar el salto encontró una pregunta recurrente: “¿Cómo puedo reemplazar mis ingresos actuales?” Según Franco, ese interrogante obstaculiza la reconversión y afecta al proyecto emprendedor. También señaló que es clave conocer la visión de los socios sobre el dinero, ya que lo que a uno le causa satisfacción puede no ser igual para el otro y generar conflictos. Al descontento relacionado con los resultados propuso sumar a lo técnico (por ejemplo, un estudio de mercado), una toma de conciencia sobre la emoción que genera la insatisfacción, para trabajar sobre eso y ser capaz de cambiar para crear un nuevo efecto.
Mentiras que matan
El error sobre el que se explayó Ariel Arrieta, cofundador de NXTP Labs, fueron las mentiras que se dicen los emprendedores, entre las que distinguió las “buenas mentiras”, que actúan como incentivo, de las “malas mentiras”, que producen un autoengaño y causan perjuicios. Una, dijo, es pensar: “Si esto no funciona, puedo volver a mi antiguo trabajo”. Esa es, a su entender, una forma de destinarse al fracaso. Al igual que la creencia de que es posible repartir el tiempo. “Es mentira que se puede ser consultor mientras tanto, porque eso no permite hacer foco”, evaluó. Es igualmente malo engañarse pensando que no se logran ventas porque “el consumidor no entiende el valor del producto”, y creer que los competidores que van detrás son lentos.
“Las ventas serán mejores el mes próximo.” Es otra de las ideas falsas que se crea un emprendedor, dijo Arrieta. “Atar el objetivo a algo externo a la compañía es peligroso; lo correcto es que dependa de las propias acciones”, agregó. También dista de la verdad “alcanzar el punto de equilibrio” si los fundadores no cobran. A partir de la experiencia con emprendedores, y de la propia, puso otro ejemplo: que un acierto dé al emprendedor una seguridad sobre las oportunidades que se convierta en arrogancia, algo negativo para la compañía. Y es mentira que el rumbo es correcto si el cambio es peligroso.
Consumidor relegado
En otra de las exposiciones de la jornada, el director de Praxis Consulting, Marcelo Rabinovich, destacó como una de las equivocaciones más usuales apuntar en la estrategia de marketing a la racionalidad, en lugar de despertar el deseo o “preocuparse más por vender que porque les compren”: “Es clave comprender el para qué del cliente y no quedarse en qué resuelve el producto”, dijo Rabinovich. “No es necesario contar como un relator de fútbol lo que se ve, sino cuál es el beneficio. Lo que se comunique tiene que ser funcional a la percepción que quiero que la gente tenga de lo que ofrezco desde lo emocional, como identidad, reconocimiento y placer”, amplió. “¿Por qué si una persona puede saciar su apetito con $ 20 elige pagar $ 250 en un restaurante?”, se preguntó. La respuesta es la experiencia, es decir, una sensación placentera. En cuanto a la estrategia comercial, indicó Rabinovich, las nuevas empresas caen con frecuencia en “el síndrome del tenedor libre y, por querer venderle a todos, no le venden a nadie”.
Tropiezos culturales
Marcelo Baudino, socio consultor de Iceberg Inteligencia Cultural, destacó en una charla sobre comercio exterior algunos errores que pueden llevar negocios al fracaso. Primero señaló el peligro de asumir que la nueva empresa está exenta del impacto de la globalización y la tecnología si se concentra en el mercado local. “Formamos parte de un nuevo mercado global. Necesitamos prepararnos para ser capaces de competir no sólo aquí, sino también allá”, dijo.
Con frecuencia, encuentra que “la mayoría de las empresas que buscan incorporarse en los mercados internacionales saben que tendrán que navegar por leyes, impuestos y regulaciones extranjeras, pero no siempre conocen que deberán descubrir cómo evitar los tropiezos culturales, ya que es un error asumir que en el mundo empresarial esas diferencias no tienen impacto”. Excluir ese aspecto, indicó Baudino, puede generar enormes costos y frustraciones en los procesos de internacionalización y expansión. Por eso cree que es clave asignar el peso de este factor en el plan de negocios o estrategia de marketing. “Que una estrategia haya funcionado en la Argentina no significa que funcionará en otro país. Hay que explorar cómo la gente compra sus productos o servicios en otras culturas antes de tomar decisiones estratégicas sobre cómo promocionar y vender allí”, explicó. Lo mismo, dijo, vale a la hora de negociar, ya que es importante aprender cómo se desarrolla la confianza y los matices de la comunicación en los países. Una posibilidad para expandir la mentalidad global en la empresa es el aporte de la diversidad cultural. “Evita el acuerdo inmediato y despierta una reacción cognitiva en el cerebro”, concluyó el consultor.