En sistemas de cambio flexible, una crisis cambiaria es una amplia y veloz variación de la paridad de una moneda respecto a otras.
En sistemas de tipo de cambio fijos, es la imposibilidad de las autoridades de mantener la paridad establecida.
En este artículo, nos enfocaremos en este segundo caso, más relevante para comprender la crisis de 2001 y también la coyuntura actual, donde la Argentina mantiene un sistema de tipo de cambio relativamente fijo.
Ahora bien, en principio, existen cuatro tipos de explicaciones de las crisis cambiarias: los modelos de primera, segunda y tercera generación, y los Sudden Stop Models.
En este artículo, nos concentraremos en los dos primeros modelos.
1) Modelos de primera generación
Los modelos de primera generación consideran que una sucesión de déficits fiscales cubiertos con emisión monetaria finalmente generan una corrida contra la moneda que obliga al Banco Central a vender divisas para sostener la paridad.
Así, llega un punto en que las reservas internacionales se agotan y la moneda inevitablemente se devalúa.
Según estos modelos, la crisis cambiaria es resultado de una inconsistencia entre las variables fundamentales de la economía y la política cambiaria del gobierno.
El ataque especulativo que deriva en la devaluación suele estar precedido de políticas monetarias y fiscales expansivas y una caída en el nivel de reservas internacionales.
2) Modelos de segunda generación
Los modelos de segunda generación consideran que los ataques especulativos pueden aparecer incluso en ausencia de problemas con las variables fundamentales.
En efecto, el ataque puede ser el resultado de un súbito empeoramiento de las expectativas de los agentes.
Imaginemos, por ejemplo, que los inversores anticipan que retirar sus capitales del país hará que las variables fundamentales de la economía se vuelvan incompatibles con la paridad fijada por el gobierno.
En este caso, los inversores comienzan un ataque especulativo contra la moneda. Utilizando las reservas, el gobierno puede optar por defender la paridad.
Sin embargo, llega un punto en que seguir defendiendo la moneda puede generar altos costos sobre la economía real bajo la forma de altas tasas de interés y desempleo.
Así, aunque sus reservas sigan lejos de agotarse, el gobierno podría acabar eligiendo la devaluación como el “mal menor”.
En este caso, la acción de los inversores se ha convertido en una “profecía auto cumplida”. A través de sus acciones, han generado la situación que esperaban que sucediera.
Empíricamente, es frecuente que, a un ataque especulativo de este tipo, le sigan políticas fiscal y monetaria expansivas.
Los modelos de primera y segunda generación constituyen las explicaciones tradicionales de las crisis cambiarias y financieras.
Sin embargo, tras la crisis asiática de 1997, se han desarrollado nuevos marcos teóricos para comprender el surgimiento de esta clase de crisis.