Una tarea central del trabajo de cualquier empresario es la toma de decisiones en relación a su empresa. Tanto, que toda su labor podría ser evaluada en base a la calidad de las decisiones que toma. Pero si para toda persona que se encuentra a cargo tomar decisiones es una tarea dificultosa, para los empresarios familiares implica aún mayor complejidad.
Esto se debe a que en la empresa familiar conviven dos ámbitos diferenciados, con dos lógicas relacionales diferentes: la familia y el negocio, las cuales no tienen principios ni objetivos similares. Lo que a su vez, implica algunas fortalezas y debilidades a la hora de tomar decisiones.
Dentro de las fortalezas, podemos señalar las siguientes:
- Proyecto trascendente: las Empresas Familiares tienen proyectos que trascienden a los individuos. Por eso, por lo general operan con una lógica de largo plazo que facilita la toma de decisiones difíciles. De manera que se beneficiarán en mayor medida las decisiones que se orienten a la organización, profesionalización y reinversión de la empresa, ya que el objetivo será que la misma se convierta en legado de las nuevas generaciones.
- Intereses compartidos: aunque en ocasiones no logren llegar a un acuerdo acerca de cómo llevar a cabo sus proyectos, los integrantes de una Empresa Familiar generalmente tendrán una finalidad en común: desean lo mejor para la familia y para el negocio.
- Confianza: los lazos que existen entre los familiares, les permite tener mayor libertad a la hora de conversar sobre temas que quizás no podrían o les resultaría difícil compartir con quienes no son parientes, dentro de la misma empresa. A su vez, como existen intereses compartidos entre los miembros, facilitan la expresión de opiniones sinceras, evitando niveles de suspicacia.
- Posibilidades de relevo para la toma y ejecución de decisiones: los familiares pueden ir alternando los roles en la toma y la ejecución de las decisiones, de manera de aprovechar las mejores características del perfil de cada uno, de acuerdo al caso que se presente.
Y dentro de las debilidades, se encuentran:
- Mandato familiar: en las Empresas Familiares, muchas decisiones son tomadas por mandato familiar y no por convicción propia de cada miembro.
- Falso consenso: podrían llegar a evitarse determinados temas de manera recurrente, con la finalidad de no herir a un ser querido (es decir para no decepcionar o frustrar el trabajo de un familiar en determinado tema). En consecuencia, muchas decisiones se toman con falso consenso.
- Tendencia a mantener el statu quo: como una manera de evitar riesgos, se recurre a la omisión antes que a la acción. En ocasiones, las Empresas Familiares evitan tomar decisiones que pueden ser consideradas riesgosas pero necesarias, convencidos que de esa manera se hará lo mejor para preservar el legado familiar.
- Resistencia a admitir errores: las personas somos reacias a admitir errores porque rechazamos el hecho de habermos equivocado, tratando de evitar herir a nuestra autoestima. Además que, en ocasiones, es difícil mostrarse débil o vulnerable frente a personas amadas, como lo es en el caso de la Empresa Familiar, y se tiende a realizar elecciones presentes que “justifiquen” de alguna manera las elecciones pasadas, hayan sido buenas o malas.
- Exceso de prudencia: Como está en juego el legado y la historia familiar, en ocasiones se fomenta una cautela tan extrema en la toma de decisiones, que puede llegar a paralizar y perjudicar el negocio.
- Exceso de autoconfianza: contar con el apoyo incondicional de la familia y sentirse respaldado por ella, puede generar un exceso de confianza en quien toma las decisiones. Esta autoconfianza podría conducirlo a cometer errores.
Promover la reflexión acerca de las características propias de la Empresa Familiar es el primer paso para realizar un trabajo sistemático que apunte a profundizar las fortalezas y neutralizar las debilidades, de manera de estar mejor preparados para la toma de decisiones difíciles.