Es común encontrarse con trabajadores que viven víctimas de la tensión y el stress laboral. Personas que no han podido, o no ha querido, compatibilizar la vida laboral con la personal.
La premisa básica de toda organización empresarial es ganar dinero. Si coincidimos que el capital del siglo veintiuno son los talentos, flaco favor hará a la cuenta de resultados una plantilla de colaboradores tensionados. Como afirma la Dra. Trinidad Yera Cuesta, profesora de recursos humanos en la Universidad Pontificia de Salamanca, el mundo actual requiere de un trabajador emergente que va a precisar, más que en ninguna otra época de la historia, saber posicionarse adecuadamente en la vida tratando de integrar en su vivir cotidiano dimensiones que configuran al ser humano, así como contemplar y desarrollar los diversos papeles que desempeña.
La competitividad actual requiere de colaboradores capaces de producir resultados. La formación académica, aunque invalorable, sólo flanquea puertas al comienzo de la vida laboral. Hoy, como producto del mundo en el que vivimos, las empresas buscan más que nunca personas capaces de generar beneficios mediante la gestión de cambios, proyectos, oportunidades y conflictos.
Gestionarse uno mismo, sabiendo dar a cada fase de nuestras vidas el espacio que merece, es el camino más sólido hacia la consecución de un perfil profesional eficiente y, claro está, las personas eficientes son aquellas que más valoran las estructuras empresariales.
Una persona es considerada eficiente cuando es capaz de conseguir los objetivos propuestos con la menor asignación de recursos posibles. Es, a diferencia del eficaz, aquel que puede reducir el costo de la organización al buscar el cumplimiento de las metas propuestas. Volvemos aquí a esta premisa básica empresarial que nombramos al principio.
Sin embargo, la pregunta surge: ¿Cómo logramos ser más eficientes? Aunque la respuesta es amplia, buscaremos acercar algunos tips al respecto. Ellos son:
1.- Ser consistentes en la vida. No es otra cosa que la búsqueda de la compatibilización entre todas las facetas de nuestro ser. Ser buen gerente no significa ser mal padre, ni viceversa.
2.- Plantear objetivos de vida. La existencia es de cada persona y ella misma es responsable de su propio destino. Es imprescindible saber dónde se quiere ir. Una persona sin objetivos de vida no sólo será un mal empleado, sino que será mediocre en cualquier rol que desempeñe.
3.- Equilibrar los distintos roles. Relacionado al punto uno, este ítem plantea la necesidad de programar las cuotas de tiempo y esfuerzo que le podremos a cada intervención social que se lleve adelante.
4.- Movilidad ante todo. No se trata de cambiar de trabajo constantemente, sino de tomar a la vida como un proceso de crecimiento constante y, aunque parezca paradigmático, esto puede hacerse inclusive en una misma locación laboral.
5.- Por último, sea feliz. La llave más importante que permitirá el ascenso laboral es disfrutar haciendo lo que a cada persona le gusta. Busque el trabajo que lo motive a seguir adelante y disfrute de él.
El crecimiento laboral no es fruto de la casualidad, sino de la causalidad. Es importante prepararse personalmente para lograr estar donde se desea.