Necesitas irte de vacaciones. Lo sabes tú, lo saben tus empleados, porque estás muy irascible, y lo sabe tu familia que escucha en cada comida los problemas del trabajo que te llevas a casa, pero no puedes cerrar el chiringuito. Aquí es donde viene el problema, ¿a quién dejas a cargo de todo? Deberías tener, al menos, un empleado capaz de gestionar las cosas en tu ausencia.
Especialmente en las empresas pequeñas, los jefes no desconectan del trabajo porque creen ser, y la mayoría de las veces son, omnipotentes, pero esto se debe acabar en cierto modo. Si eres jefe, te estamos hablando a ti: aprende a delegar tareas y ten uno o varios “ojitos derechos”.
¿Y qué te queremos decir con esto? Que enseñes a otras personas a hacer todo lo que tú haces. Si haces esto, cuando tengas que faltar, ya no sólo por vacaciones, sino por enfermedad o cualquier otra causa, el negocio podrá funcionar sin inconveniente. Y como no todo iba a ser mandar, también te ayudamos y te damos unos consejos para conseguir formar a uno de esos empleados. Toma nota.
Crea una cultura de aprendizaje
Tienes que empezar por conseguir que tus empleados no se centren en hacer solamente lo que saben hacer. Si les retas, les requieres que aprendan cosas nuevas para nuevos trabajos y alimentas su espíritu emprendedor, será más sencillo que estén dispuestos a aprender en un momento dado a hacer lo que necesites que hagan para sustituirte.
Convierte la responsabilidad en un valor
Delegar tareas es el primer paso. No debes meterte en todos los charcos. Te gusta saber cómo va cada parte de tu empresa, pero es mejor que te limites a supervisar y dejes a los empleados trabajar en lo suyo. Si ellos sienten que tienen responsabilidad y capacidad para decidir en lo que incumbe a su trabajo, serán capaces de implicarse en responsabilidades mayores, o tuyas, cuando necesites que lo hagan.
Genera participación, confianza y buena comunicación
Si eres una persona fácilmente alterable a la que no se le pueden comentar las cosas, difícilmente tus empleados querrán quedarse a cargo del negocio nunca. “Cualquiera se equivoca…”, pensarían. En cambio, si fomentas la comunicación y la participación, sueles tener en cuenta sus opiniones y confían en ti para contarte tanto lo bueno como lo malo, seguramente no tengan problema en sustituirte al mando si es necesario.