Con un único local, la marca sueca de indumentaria H&M el año pasado facturó US$ 43 millones en Chile y ya anunció que en los próximos meses sumará otras tres tiendas en Santiago. En la capital chilena también se instaló Banana Republic y próximamente llegarán Michael Kors y Zara Home, la cadena de artículos para el hogar de la gallega Zara. En forma paralela, Victoria’s Secret prepara su desembarco en Lima, mientras que Forever 21 ya abrió en Porto Alegre, Bogotá y Guayaquil, y GAP inauguró sus primeras tiendas exclusivas en Asunción y en Montevideo.
El boom de nuevas marcas internacionales que viven las principales ciudades de los países vecinos contrasta con el panorama en los centros comerciales porteños, donde, a pesar de los altos niveles de ocupación de locales -en IRSA Propiedades Comerciales aseguran que tienen lista de espera para Alto Palermo, Abasto y Avellaneda-, para encontrar un desembarco de un jugador de primera línea mundial en los shoppings hay que retrotraerse hasta mayo de 2008, cuando Starbucks inauguró su primera tienda en Alto Palermo.
La sensación compartida por los empresarios y analistas es que para que se produzca un cambio en la tendencia habrá que esperar por lo menos hasta 2016, con un nuevo gobierno que no sólo implique el fin del cepo importador, sino también una mejora en el clima de negocios.
“Así como en el último tiempo se pusieron de moda Lima o Bogotá, a Buenos Aires también le tiene que llegar su momento de recibir inversiones. Si a H&M le va bien en Uruguay o en Chile, en la Argentina la tiene que romper, pero todo depende de un cambio en el clima inversor, que se puede dar después de las elecciones”, señaló Marcelo Zuliani, gerente comercial de Colliers International, una inmobiliaria especializada en locales comerciales.
Más allá de las especulaciones sobre lo que puede pasar en las próximas elecciones, la realidad es que no se vislumbra una mejora en la oferta. “A diferencia de lo que se ve afuera, hasta ahora acá no hay ninguna marca internacional de peso dando vueltas o analizando alternativas para instalarse en el país”, explicó una fuente de la industria de centros comerciales.
Para las marcas internacionales, América del Sur se convirtió en una plaza cada vez más apetecible no sólo por la crisis que enfrentan algunas economías europeas, sino también porque el ascenso de la clase media en mercados como Perú, Colombia o Paraguay se tradujo en un consumo en alza y la apertura de nuevos centros comerciales. En la última semana, el grupo chileno Parque Arauco anunció que este año invertirá US$ 370 millones en la inauguración de shoppings en Chile, Colombia y Perú, mientras que en Brasil, pese al freno de la economía, este año abrirán sus puertas 25 centros comerciales.
El fenómeno de las marcas extranjeras copando la región además no se limita a las líneas más masivas, sino que se repite en el segmento de lujo. En forma casi simultánea a la salida de Buenos Aires de marcas como Emporio Armani, Escada o Yves Saint-Laurent, se produjo el ingreso de Burberry en Colombia y Panamá; Ermenegildo Zegna, Versace y Dolce & Gabbana llegaron a Chile y en San Pablo se multiplicaron las propuestas de lujo, desde Prada hasta Chanel, pasando por Gucci y Dior.
La contracara de esta ausencia de nuevas marcas internacionales en el país es un fortalecimiento de la industria nacional. Sin embargo, también se alzan las voces que alertan que en muchos casos la falta de competencia le puede terminar jugando en contra a la industria de indumentaria nacional.
“En rubros como la indumentaria, la barrera para frenar el ingreso de productos importados, lejos de beneficiar a la industria nacional, a largo plazo puede perjudicarla, porque no le permite desarrollarse en términos competitivos a nivel internacional. Hoy hay marcas argentinas de ropa que podrían crecer con más fuerza en el exterior si se hubieran ajustado para competir localmente con las marcas de afuera”, sostiene Damián Di Pace, director de la consultora Focus Group.
“La llegada de marcas internacionales provocaría una depuración del mercado, pero también serviría para tonificar las ventas locales. Muchas de las marcas internacionales que están llegando a la región son aspiracionales para el consumidor argentino, por más que afuera son más accesibles”, coincide Sorzana.