Un ERP es un sistema integrado que da soporte a las principales actividades de una organización, como producción, administración, logística, ventas, finanzas, recursos humanos y más.
Ya no es raro que los empresarios locales adquieran un ERP (Enterprise Resource Planning o Planificación de los Recursos Empresariales) para que sus compañías estén actualizadas en tecnología. Pero muchos dudan al momento de implementarlo, pues se trata de un proceso que en forma interna puede generar ciertas resistencias.
Por supuesto, ante todo cambio aparecen temores e incertidumbres. Y esto se nota en la empresa, cuando se comienza a instalar una nueva herramienta que trae entre otras cosas, cambios en las rutinas.
El problema aparece cuando frente a las incomodidades el proceso se trunca, frenando el proceso definitivo de implementación, por lo cual nunca se puede probar si hubiera sido beneficioso o no.
Siguiendo esta línea, hay dos grandes obstáculos que las empresas deben identificar y superar al momento de empezar a implementar un sistema.
El primero de ellos es el miedo al cambio. Ante la novedad surgen fantasías en los empleados, que temen ser desplazados, desafectados, perder control y más. Por eso muchos boicotean la implementación y no son capaces de darse cuenta que lo que temen no sucede en la realidad y hasta se están perdiendo las bondades de esta nueva herramienta. Por eso es importante trabajar por anticipado sobre cada característica del sistema y dejar en claro cuál será la nueva situación laboral de cada uno, si habrá cambios en el área o no, si afectará las funciones de las personas o si las ayudará a desempeñarse mejor.
Para estos casos también influye mucho la comodidad, cuando algunos empleados sienten desgano al tener que salir del esquema al que estaban acostumbrados. “Si hasta este momento funcionaba bien, por qué vamos a cambiar”, se preguntan, con lo cual ya se predisponen en contra del nuevo sistema.
El segundo obstáculo es poder vislumbrar el final del proceso. Para esto es importante que haya una persona encargada de liderar la implementación – ya sea alguien dentro de la empresa o un contratado externo con experiencia en el tema: incluso hasta el implementador puede tomar este rol.
Este recurso será el encargado de demandar el desarrollo de un plan de implementación, el cumplimiento de requerimientos definidos para cubrir las necesidades de la organización, y la capacitación para los usuarios. También será quien analice el impacto de cualquier modificación al proyecto.
Numerosos ejemplos demuestran que si estos aspectos no son evaluados y planteados desde un comienzo, todo el trabajo de implementación puede concluir en un fracaso.
El gran beneficio que un ERP trae a la empresa es que permite unificar todas las áreas empresariales, y lograr que los datos se transformen en información inteligente que resulte útil en todos los niveles de la estructura.
Pero el proyecto necesita de una buena planificación y seguridad por parte de la alta gerencia, para que los obstáculos puedan superarse en pos de mejorar la gestión y eficacia de la organización.