Distintos municipios y provincias fueron autorizando la re-apertura de fábricas y comercios de ropa, aunque buena parte del sector aún permanece cerrado
La parálisis del sector de indumentaria fue prácticamente total durante las primeras semanas de la cuarentena: la producción de ropa cayó 78,2% interanual durante abril, según información brindada por el Indec.
En este contexto, solo operaron las pocas fábricas dedicadas a la confección de indumentaria de uso sanitario (cofias, camisolines, cubre-calzado y barbijos) y tapabocas.
El primer puntapié para la re-apertura del sector fue la habilitación de la venta online de indumentaria desde fines de abril. A partir del 12 de mayo, varias ciudades grandes y municipios comenzaron a exceptuar del aislamiento a la producción y a la venta presencial de indumentaria. Una dinámica similar se dio en pequeñas ciudades del interior del país que no reportaron casos positivos.
A pesar de las aperturas de locales y del e-commerce, las ventas de ropa de comercios minoristas cayeron 74,5% en mayo comparado con mismo mes del año anterior, de acuerdo a datos brindados por la CAME. En otras palabras, a un cuarto del nivel del año anterior.
Las re-aperturas continuaron durante la segunda quincena de mayo y la primera de junio: en la actualidad, está autorizada la fabricación en los municipios de La Matanza, San Martín, Luján, Lanús, Mar del Plata, Hurlingham, San Isidro, La Plata, Avellaneda, Tigre, Ezeiza, Vicente López, Marcos Paz y San Fernando y la comercialización en Mar del Plata, Santa Fe, Rosario, Mendoza y Jujuy.
En la Ciudad de Buenos Aires, uno de los mayores focos de expansión del covid-19, desde hace dos semanas se autorizó la reapertura de los comercios barriales de proximidad.
Según datos brindados por la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI) en su Semáforo de la indumentaria argentina, además cayó el precio de las importaciones un 10,7%; la producción de hilados y telas en un 57,8%; las exportaciones en dólares un 78,4%; las ventas en shoppings un 59,3% y las ventas en supermercados, un 44%, entre otras cosas.
Los comercios y la industria textil con el aislamiento
Al momento, se estima que alrededor de la mitad del sector permanece cerrado: desde la fabricación en la Ciudad de Buenos Aires y varios municipios del Gran Buenos Aires (donde se concentra las dos terceras partes del empleo total del sector) a la comercialización en shoppings de todo el país, centros comerciales a cielo abierto y las principales avenidas comerciales.
La crisis económica desatada por la expansión del coronavirus impacta por partida doble en la industria de indumentaria.
“Por un lado, gran parte de las prendas de la temporada otoño-invierno quedarán sin vender, lo que representa una inédita caída de los ingresos para la cadena de valor. Por el otro, el transcurso de los meses sin ventas (o con ventas mínimas) provoca que las empresas se descapitalicen y carezcan del capital de trabajo necesario para arrancar la producción de la temporada primavera-verano”, señala la CIAI en un informe.
La actual falta de ventas pone en peligro la producción para los próximos meses. “Ambos impactos ponen en riesgo la supervivencia de miles de empresas y puestos de trabajo a lo largo de los distintos eslabones que componen la cadena de valor de la indumentaria argentina. Cadena que se origina en la siembra y cosecha del algodón y se integra por la producción de hilos y telas, y por el diseño, confección y comercialización de las prendas, generando empleo para aproximadamente 1 millón de personas”, sostiene la CIAI.
Para que las fábricas y marcas de indumentaria puedan superar esta dramática situación será necesario actuar simultáneamente sobre la oferta y sobre la demanda del sector.
Resulta indispensable la inyección de líneas de crédito para capital de trabajo que permitan a las empresas comenzar a fabricar la próxima temporada. Pero también, y dada la caída del poder adquisitivo de los consumidores por la crisis económica, también se necesitan planes de cuotas fijas sin interés, con algunos meses de gracia, para fomentar la demanda de productos de fabricación nacional.
A medida que crecen los contagios, se aleja el horizonte de retorno a la (nueva) normalidad en el sector y la incertidumbre se acrecienta. Por este motivo, “se necesita el trabajo coordinado del Estado, los sindicatos y las gremiales empresarias para diseñar e implementar urgentemente más medidas que permitan la supervivencia de las unidades productivas y los puestos de trabajo del sector”, concluye la Cámara de la Indumentaria.
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Fuente: iProfesional