Las pymes suelen acostumbrarse a lo conocido, a lo que funciona. Raramente se detengan a analizar si se trata de una buena práctica o de un procedimiento eficiente. Simplemente, lo siguen llevando a cabo porque “siempre se hizo así”. Esta callosidad de la pequeña y mediana empresa en la zona de confort puede provocar que se pierdan numerosas oportunidades. Puntualmente, en materia logística, existen diversas formas alternativas de operar que no solo pueden significar una mejora en los resultados, sino un ahorro de dinero y lo más atractivo para la pyme: escalabilidad.
Es el caso de la tercerización de los servicios de logística: el problema para la pyme no debería ser si le corresponden pagar más o menos para resolver sus cuestiones logísticas, sino hacer variables sus costos y flexibilizar los recursos en función de la necesidad que le genera su demanda. De esto se trata, no de “ahorrar unos pesos”, sino, simplemente, de pagar solo por lo que se usa. Así, cuando los negocios vienen débiles, los costos fijos no representan un peligro. Y cuando se experimenta un crecimiento, los recursos no se constituyen en un límite.
A la hora de elegir el socio estratégico que lo acompañe en este camino, la pyme debe analizar que tenga experiencia probadas y exitosa, que pueda integrarse tanto en los procedimientos como en la tecnología de la empresa, que su trayectoria sea transparente, que esté alineado con las necesidades de la pyme y, por sobre todo, que pueda demostrar capacidad de comunicación y versatilidad a la hora de implementar y de sortear las dificultades que se vayan presentando.
El modelo de tercerización democratiza el acceso a recursos logísticos que habilitan mayor rentabilidad, más eficiencia, más competitividad, al punto que una pyme puede obtener los mismos resultados que una gran empresa, algo que era impensado hace apenas una década.
Quedan numerosas barreras por derribar, de las cuales la principal sigue siendo el bloqueo cultural que muchas pymes experimentan cuando se enfrentan a algo diferente. También, por supuesto, la estructura acotada que suelen exhibir las pymes: los recursos nunca alcanzan y están siempre sobrepasados. En este caso, si bien la propia tercerización resolvería ese aspecto, el punto débil está en la instancia previa: en que no hay colaboradores disponibles para hacer la investigación que se necesita para conocer el qué, el cómo y el quién.
La excepción a la regla son las startups, en particular las vinculadas a la tecnología o al comercio electrónico, que suelen operar y demandar como empresas grandes a la hora de gestionar sus procesos. Caracterizadas como “nativos digitales”, surgen con el conocimiento o tienen los medios para informarse y saber cómo resolver las cuestiones de la mejor manera posible. Estas, que se consolidan en el mercado como las pymes del futuro, ya comprenden los beneficios de contar con estrategias logísticas que apunten a la eficiencia, la optimización de inventarios y, en definitiva, la mejor calidad de servicio y una mayor rentabilidad.
Sacando estos emprendimientos particulares, las pymes, en especial las que pueden considerarse “tradicionales” son una “gran demanda” en potencia: necesitan absolutamente de todo. Para acceder a eso que requieren, deben primero reconocer la necesidad y buscar soluciones. En materia logística. Está todo al alcance de las manos: lo único que hace falta es que se decidan a romper con lo conocido y se atrevan a innovar.