Cuando un inversor se acerca a pedir asesoramiento, es habitual escucharlo decir que quiere ganar el máximo con el mínimo riesgo. Por supuesto que no es posible ganar mucho y arriesgar casi nada. Hay algunas expresiones que con palabras más sutiles, pueden hacernos creer que sí pueden lograr que ganemos muchísimo y con poco riesgo.
Como ejemplo, vale este cuento brevísimo: Una madre le regala a su hijo dos corbatas, una roja y la otra, azul. Tiempo después, éste la visita. La madre advierte que lleva puesta la corbata roja que ella le regaló. Entonces le pregunta: “¿Cómo…? ¿Acaso la azul no te gustó?”.
Lo que muestra esta escena de la vida cotidiana es una idea central para el tema que estamos tratando. En el universo de las inversiones es posible cumplir algunos de los objetivos planteadas, otros pueden no cumplirse, porque si ambos se cumplieran sería como usar las dos corbatas a la vez. Casi imposible.
Hay varios ejemplos que dan cuenta de esto que venimos diciendo. Hay quienes quieren invertir en productos sofisticados cuando cuentan con una suma de dinero insuficiente; intentar diversificarse cuando aún no hay suficientes fondos; o invertir en bonos de vencimiento a largo plazo porque ofrecen mejores tasas de interés y a la vez quieren contar con dinero líquido para poder usar en alguna otra inversión que surja.
Entonces, conviene partir de la base que en el campo de las inversiones, la codicia y el temor entran en juego.
Entonces, ¿a qué llamamos, “ganancia”?
ganancia es lo que no se vuelve a invertir, lo que dejamos en nuestra cuenta bancaria o nuestra billetera y queda fuera de las movimientos y la volatilidad de los mercados. Y en qué circunstancia puede decirse que perdimos? Solamente ante la quiebra de la empresa a la cual compramos acciones o bonos.
Esta postura marca que ganar bien es cuando se obtienen algunos puntos más que el promedio del mercado. Y, en la misma línea, perder poco significa que se los resultados que obtuvimos son algo mejores que los del resto.
Cualquiera de esos dos resultados debe alcanzar para ponernos contentos y orgullosos por las buenas decisiones que tomamos o que alguien nos recomendó tomar.
Lo que buscamos quienes hacemos inversiones es conservar el capital y ganar algunos puntos. Es decir, si se piensa en invertir como un camino para volverse rico, las inversiones financieras no son el mejor camino. Las recetas mágicas prometen, pero no enseñan a invertir y a tomar buenas decisiones para ganar en el proceso.