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Invierten en un polo vitivinícola

En este pequeño rincón del mapa, en donde la naturaleza no regatea belleza, un pequeño pero pujante polo vitivinícola se abre paso en el competitivo mercado de los vinos de la mano del empresario Bernardo Weinert, el mismo que desde hace tres décadas lleva las riendas de Bodega y Cavas de Weinert, en Mendoza.

Desde la ruta 40 (ex 258), sobre el faldeo de una montaña, se divisan las hileras perfectas de las vides que comenzaron a plantarse hace ocho años y cuya primera elaboración comercial saldrá a la venta el próximo mes: una cosecha limitada de 2576 botellas de merlot que se venderán en el mercado interno a $ 85 bajo la marca Patagonian Wines.

Aquí, donde el grueso de los emprendimientos productivos tiene que ver con el cultivo de la fruta fina, la floricultura, la horticultura orgánica y la ganadería, el desarrollo de los viñedos fue el disparador para que el gobierno de la provincia tenga bajo análisis el diseño de una línea de crédito especial para promocionar la vitivinicultura, en un intento por ampliar el abanico productivo de esta región.

Weinert adquirió 27 hectáreas en 1998 y en 23 de ellas hay plantados cinco varietales de uvas (merlot, chardonnay, riesling, pinot noir y gewurztraminer). Posee otras tres hectáreas en Paso del Sapo y mediante una concesión a 160 años el Estado provincial le otorgó 30 hectáreas en el cerro Pirque, también en El Hoyo, donde este verano comenzaron las tareas de desmonte para limpiar el terreno y seguir plantando.

Construir y equipar esta bodega, que es la más austral de la Argentina, y de América, demandó una inversión de $ 5 millones y hasta tanto el grueso del campo entre en producción, el proyecto será atender el mercado local.

“Con los vinos queremos enfocarnos al mercado interno y abrir el lugar para recibir al turismo, sobre todo por el interés del extranjero que viene al país deslumbrado con la marca Patagonia y por los vinos argentinos. El mercado internacional será una apuesta a futuro”, dijo Darío González Maldonado, enólogo y gerente general de Patagonian Wines.

La primera cosecha
La bodega tiene capacidad para procesar 200.000 kilos de uvas al año. Cuando las 23 hectáreas estén en producción (esto será cuando todas las plantas superen los cinco años) alcanzará los 138.000 kilos. La primera cosecha comercial que está por salir al mercado es de merlot (tienen ocho hectáreas de este varietal) aunque apuestan a hacerse fuertes en la elaboración de espumante.

En la próxima vendimia, que comenzará el mes que viene, Patagonian Wines proyecta conseguir 30.000 kilos de uva. Este año instalará en el edificio 25 barricas, un tonel de 5000 litros que traerá del exterior y colocará la línea de fraccionamiento, que ya fue comprada.

“Durante los últimos tres años estuvimos haciendo pruebas, ensayos, enviando a la bodega de Mendoza partidas chicas y haciendo degustaciones. En mayo de 2006 se cosechó y la primera elaboración comercial saldrá a la venta el mes próximo. Estamos satisfechos por el paso que dimos, la visión que tuvo Weinert fue acertada: este lugar cuenta con todas las condiciones para ser un polo vitivinícola”, señaló. Y agregó: “Un grupo de productores de la zona se entusiasmó con el resultado que tuvieron las plantas y mostró su interés en poner vides”.

Así se lo hicieron saber al gobernador, Mario Das Neves, cuando en febrero último visitó por primera vez el viñedo. En ese encuentro, los funcionarios expresaron la posibilidad de desarrollar una línea para fomentar los viñedos: sería un crédito a tasa subsidiada, a pagar a 10 años con cinco de gracia de hasta $ 50.000 por hectárea y a razón de tres hectáreas por productor.

Un sueño, un proyecto
En 1974, este empresario nacido en Brasil y que hasta entonces se había dedicado al sector del transporte, decidió incursionar en el negocio del vino y apostó por hacerlo en Luján de Cuyo. Mal no le fue: su bodega mendocina recibió numerosos premios por la calidad de sus vinos. Y en el futuro apuesta a lograrlo con los viñedos del Sur.

La idea de plantar vides en la Patagonia no fue algo estudiado, sino más bien fortuito. En uno de sus frecuentes viajes a Estados Unidos, a donde llega para practicar pesca con mosca, Weinert pensó que esa zona de Oregon, donde estaba, con sus particulares condiciones climáticas y en donde la vitivinicultura es una potente industria, tenía que tener su réplica en el sur argentino. Y se propuso encontrarla.

Para eso en 1989 viajó con su hijo a la Patagonia y comenzó a repartir entre productores plantas de 12 variedades. Casi todas fueron un fracaso pero años después cinco pasaron la prueba de la mano de un productor que cedió media hectárea para hacer el intento. Con los resultados y luego de microvinificaciones para analizar qué tipo de vino se obtenía, el empresario compró las tierras y se lanzó a la conquista.

“En 1998 se efectuó el desmonte, durante 1999 se preparó la tierra, se instaló el sistema de riego y se puso un cuadro para ver qué pasaba. Actualmente estamos más que satisfechos con todo lo que hemos logrado y por eso está la decisión de seguir plantando”, dijo González Maldonado, mientras recorre el viñedo y muestra con orgullo la calidad de las uvas.

El Hoyo, conocida como la capital nacional de la fruta fina, está ubicada a 13 kilómetros de El Bolsón (Río Negro) y junto con Lago Puelo, son las localidades de la comarca de los Andes que más crecieron entre 2001 y 2006.

“Alguien tiene que abrir nuevos caminos”, dijo Weinert cuando trajo su idea, y su dinero, a Chubut. Hoy, abriga la esperanza de que este primer paso que dio contribuya en el desarrollo productivo de una región en la que todavía queda mucho por hacer.