En el corazón de la ciudad, una pequeña empresa familiar, dedicada a la producción artesanal de helados, enfrentó un desafío inesperado durante la pandemia. Con restricciones de movilidad, cierres temporales y cambios en los hábitos de consumo, su tradicional modelo de negocio se vio amenazado. Sin embargo, su propósito claro se convirtió en la brújula que los llevó a través de aguas turbulentas.
El propósito de la empresa siempre fue claro: proporcionar alimentos de alta calidad y naturales, cultivados localmente, respetando la tradición y el medio ambiente. Este compromiso profundo no solo era una declaración de misión en sus fábricas, sino que estaba arraigado en la identidad de la empresa y compartido por cada miembro del equipo. El fundador cumplió un rol fundamental en cada uno de sus actos para transmitir su propósito.
Cuando las dificultades golpearon, en lugar de ceder ante la incertidumbre, la empresa se aferró a su propósito. La creatividad floreció cuando comenzaron a explorar nuevas formas de llegar a los clientes. Aprovecharon la tecnología para lanzar una tienda en línea y ofrecer entregas a domicilio. Además, diversificaron su oferta, adaptándose a las cambiantes necesidades del mercado.
Lo más notable fue cómo su propósito influyó en la toma de decisiones. En lugar de reducir la calidad de sus productos para compensar las pérdidas, mantuvieron su compromiso con los ingredientes naturales. Esta decisión, respaldada por su propósito, fortaleció la lealtad de sus clientes existentes y atrajo a nuevos consumidores comprometidos con valores similares.
El propósito también guió su enfoque en la comunidad. En lugar de cerrarse, buscaron maneras de contribuir al bienestar local. Establecieron asociaciones con agricultores locales afectados por la crisis, apoyándolos y promoviendo la idea de que, al trabajar juntos, podrían superar cualquier desafío.
A medida que la situación mejoraba gradualmente, esta pyme no solo había sobrevivido, sino que también había crecido en varias dimensiones. Su propósito claro no solo les proporcionó la resiliencia necesaria, sino que también les permitió salir fortalecidos y más alineados con sus valores fundamentales.
Este ejemplo destaca cómo un propósito sólido no solo guía a una empresa a través de momentos difíciles, sino que también sirve como un catalizador para la innovación, la adaptabilidad y la conexión genuina con la comunidad. Hoy esta empresa acaba de abrir su primera sucursal en Miami, lo que ratifica que: “sí tenemos claro el propósito, vamos a tener resiliencia en tiempos difíciles.”
Por Julían González, especialista en Marketing digital, estrategias de negocios y ventas @juliangonzalez77